18/6/83

La huelga de los mineros chilenos del cobre se extiende a las cuencas más importantes (18-6-1983)

Por primera vez en diez años, los trabajadores chilenos del cobre han ido a la huelga. En la mina El Salvador se inició el paro el jueves con un 19% de ausencia al trabajo, según el Gobierno, y un 95%, según la Federación Nacional de Trabajadores. Ochocientos mineros de El Salvador han sido fulminantemente despedidos, en un momento económico en el que estar parado en Chile implica una opción segura al hambre.Pese a las represalias, se ha extendido la huelga al resto de la explotación de El Salvador y a las minas Andina y El Teniente. Los mineros de Chuquicamata decidieron sumarse a la huelga de 24 horas el lunes o martes próximos. Los trabajadores cupríferos reclaman así la libertad de su líder Rodolfo Seguel, detenido al finalizar la segunda jornada nacional de protesta contra el régimen.

Pero la huelga adquiere otra dimensión, al ser la primera que afronta el Gobierno de Pinochet -y en un sector estratégico como el cobre- desde el derrocamiento de la democracia y el Gobierno de Unidad Popular de Salvador Allende. Las inmediaciones de las minas están tomadas por las tropas y los carabineros, aunque no se han producido incidentes. El Ejército podría intervenir en algunos sectores de las explotaciones que exigen mantenimiento coritinuado.

Rodolfo Seguel, desde la cárcel pública de Santiago, se felicita de que "los trabajadores me han respondido", descalifica los vandalismos de la segunda jornada de protesta y rechaza las acusaciones del Gobierno: "Yo no soy comunista. Los que protestan, tampoco. Sólo queremos que esto cambie".

Antes de regresar a Santiago, desde la localidad de Vallenar, a 600 kilómetros al norte de la capital, el general Pinochet volvió a amenazar a su pueblo. Con su modulación agresiva e irritada cerró su gira de tres días por la región de Atacama con las siguientes palabras: "Como tengo a los señores periodistas aquí, voy a decir algunas cosas. Algunos dirigentes sindicales propusieron ir a un paro, que acabo de constatar ha fracasado, porque llega aproximadamente al 15% el personal que se ausentó del trabajo. Como esto no está dentro de la ley, estos señores están despedidos. Pero lo lógico sería tomar a los que llevaron a este paro. A los que llevaron a estos pobres hombres a crearse un problema propio".

"Vamos a tomar medidas..."

Y siguió: "Porque no son ellos los que se resienten, es la mujer y la familia. El Gobierno no ha querido emplear la fuerza. El Gobierno llama siempre a la cordura. Pero cuando estos cabezas duras no quieren entender, entonces hay que aplicarles la mano dura. Que la sientan, que la aprecien y que vean que el Gobierno está díspuesto a cualquier cosa. Detrás de todo esto están los políticos. Estos caballeros que lanzan a los pobres estudiantes, a los trabajadores, mientras ellos se quedan esperando detrás a ver cómo les va. Yo creo que también les va a ir mal ahora. Vamos a tomar algunas medidas, porque no se puede aceptar que sigan actuando y sigan toda la vida buscando algo para ellos. Esto tiene que terminarse de una vez por todas".

Es uno más de los discursos a los que Pinochet tiene acostumbrados a los chilenos, y retrata nítidamente la filosofía política y hasta la cultura del autor. Particularmente cuando se afirman estas cosas como jefe del Estado de un pueblo con tradiciones democráticas seculares y que, por añadidura, se precia con justicia de hablar un excelente castellano.

Sobre los sucesos del martes, un ex ministro de Eduardo Frei comentaba a EL PAIS: "La Central Nacional de Informaciones, antigua DINA, ha reclutado a todo el lumpen de Santiago y Valparaíso. Es obvio que los echaron a la calle el martes para desvirtuar una protesta. Pero cada día engañan a menos gente".

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