La coalición izquierdista
Frente Amplio y el Partido Colorado cerraron en la noche del jueves sus
respectivas campañas electorales. Anoche lo hizo el Partido Blanco con la
llegada a Montevideo del autobús de la victoria, en el que los líderes
partidarios han recorrido el interior del país. Las últimas encuestas continúan
situando muy parejos a los tres grandes partidos y detectando un 20% de
indecisos, que resolverán finalmente la elección.
Los colorados de Julio María
Sanguinetti concentraron a poco más de 40.000 partidarios en su mitin final; el
cierre de campaña frenteamplista fue una apoteosis, impecablemente organizada,
sobre la que dar cifra de asistentes resulta imposible y, además, innecesario.
Kilómetros de avenida en los aledaños del Congreso quedaron abarrotados por no
menos de 400.000 personas (la población de Montevideo no alcanza el millón y
medio de habitantes) en su mayoría de condición joven y humilde, que
encendieron mecheros y fósforos en una luminaria fantasmagórica para que desde
la presidencia del acto pudiera observarse en la lejanía el remoto final de la
concentración.De entre las representaciones extranjeras asistentes al acto
frenteamplista se hizo subir a la tribuna al actor español Juan Diego, quien
entregó al candidato presidencial Juan Crottogini dos banderas, española y
uruguaya, firmadas por intelectuales y políticos españoles. Otro tanto se hizo
en otros mítines con los dirigentes de los otros tres partidos principales.
Juan Diego, desde la tribuna de oradores, arrojó sobre la multitud cientos de
pasquines con las dos banderas.
El actor español, junto con
una comisión de artistas uruguayos, se desplazó a Montevideo para la creación
de una Casa de Cultura José Bergamín gemela a la que ya existe en Madrid, y que
propiciará el mutuo conocimiento entre los dos países.
Arana, candidato a la
alcaldía de Montevideo; Crottogini, aspirante a la presidencia, y Seregni,
presidente del Frente Amplio, se dirigieron a la multitud con discursos
tranquilos y exentos de ataques al resto de las, fuerzas políticas, sólo
ligeramente críticos o irónicos hacia la dictadura militar saliente. Líber
Seregni, explícitamente, se negó a replicar a la campaña colorada que reputa al
Frente de caballo de Troya del más dogmático y ortodoxo comunismo.
La afirmación televisiva del
general Seregni de que si la democracia es el Gobierno del pueblo, por el
pueblo y para el pueblo, Cuba puede considerarse como tal, ha sido exprimida
hasta la última gota por la derecha colorada. En la noche y hasta altas horas
de la madrugada, el centro montevideano fue pacífica y alborotadamente ocupado
por miles de frenteamplistas, armados de banderas, tambores, timbales, maracas,
bailando y cantando candombe entre las caravanas de automóviles que resonaban
sus bocinas, celebrando anticipadamente su previsible triunfo por la alcaldía de
la capital y hasta soñando con una victoria a escala nacional.
En el mitin colorado, su
líder mayoritario, Sanguinetti, y el resto de los oradores pusieron énfasis en
distanciarse del régimen militar para contrarrestar las acusaciones de
continuismo que se les hace desde la mayoría blanca. La escasa asistencia no
debe mover a conclusiones erróneas, por cuanto los militantes colorados,
tradicionalmente, no acuden a sus propios mítines ni aun cuando se celebren
bajo su balcón. Pero votan.
Por lo demás, ha trascendido
que el líder blanco Wilson Ferreira podría ser puesto en libertad sin cargos el
próximo lunes o el martes, una vez que la Suprema Corte de Justicia se haya
terminado de pronunciar sobre la nulidad del procesamiento.
Desde su celda, en un
acuartelamiento a 200 kilómetros de Montevideo, se ha dirigido a sus seguidores
por escrito, dándoles ánimos, asegurándoles el triunfo mañana en las urnas y
respaldando plenamente a su vicario, el abogado Alberto Zumarán.
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