El cuento políticamente
correcto para Bibí, encargada de una extraña cosa de igualdad de género,
consistiría en un mixto entre Blancanieve y Caperucita Roja. Caperucita cruzando el bosque llevando una cestita a su
abuelita que está enferma en cama por falta de plazas en la Seguridad Social.
Los enanitos de Blancanieves están todos
en el paro haciendo peonadas, no pudiendo acompañarla pese a advertirla que en
el entrevero del bosque acechaba el lobo feroz. Pasaron los días los
enanitos aprovechando unas estupefactas declaraciones de Corbacho corrieron a
la casa de la abuela y nuestra niña les recibió en jarras. “¡ Oh Caperucita¡”,
exclamaron los enanitos . Caperucita replicó airada :”¡Nada de Caperucita,
señora de Feroz¡”. El lobo yacía en cama porque en su calidad de autónomo le
había dado un pasmo. Siguiendo el entrecruzamiento de los cuentos a Blanca
nieves no la despertó de su letargo envenenado el Príncipe Azul sino el beso de
Pedro Zerolo que le hizo expulsar el trozo de manzana con el tósigo. La versión
oficial es machista y conviene introducir un elemento gay salvador en la suerte
de la hermosa.
La Física enseña que todo espacio vacío tiende a llenarse
aunque sea de mierda. Tal es el caso del Ministerio de Bibí, quién todos los
días ha de inventarse una tontería para dotar de contenido a su continente. La
chica, que canta el himno a los hombres andaluces, se
supera. ¿ Pero hay algo más machista que el flamenco que es de lo único que
sabe ésta jovenzuela jacarandosa?. En cuanto el lobo se recupere la comerá. -Hola
mi amor, yo soy tu lobo.
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