Esperábamos ansiosos la
sentencia sobre el Estatut cuando el Tribunal Constitucional parió un ratón.
Dicen los jurisconsultos que la justicia
lenta no es justicia y los cerca de cuatro años que lleva la alta institución cavilando sobre un estatuto más largo y
prolijo que la Constitución Española dan
que pensar que hasta los padres de la
patria del 78 se excedieron como garantistas, porque el Constitucional no
debiera existir, bastando con el Tribunal Supremo, que está trufado por el
poder político, que verdaderamente Montesquie , Barón de Secondat, se nos ha
muerto como aseguró en su día Alfonso Guerra y hasta que es indecoroso que el
marido de la presidenta Casas se haga remunerar informes para la Generalitat
Catalana por más que no resulte ilegal. En ésta historia de alta jurisprudencia
abracadabrante no se ha respetado ni las formas y como escribía Plutarco las arañas
atrapan a las moscas y dejan huir a las avispas. Un cachondeo como afirmara Pedro Pacheco ex Alcalde de
Jerez. Hasta la vicepresidenta Fernández
de la Vega no se cortó un pelo abroncando en público hace días a la magistrada
Casas como si fuera una subordinada, que acaso lo es, o por lo menos fue hace
ya más de una legislatura la esperanza blanca del presidente ZP para no hacer imposible el Estatut. Ésta
semana a mi respetada Casas se le han
vuelto los dedos huéspedes y las togas le han mudado entre conservadores y progresistas, definición mostrenca de lo
que debe ser un magistrado. Según Schiller la apariencia gobierna el mundo y la
justicia aparece solamente en la escena. Cinco ponencias para hacerle la
autopsia a la “constitución catalana”, que
ya está en vigor, y tiene
dificilísima marcha atrás aún en su preámbulo nacionalista, y como decía
aquél bruto ni se muere padre ni
cenamos. Aseguran los expertos que la
calificación de nación en el preámbulo no condiciona el texto cuando a los
legos nos han enseñado que ése preámbulo inspira el articulado, y estamos a las
doce menos cinco que una autonomía como la andaluza defina la eutanasia y otra
como la catalana lo mismo con otra
variante del aborto, mientras estos son asuntos
que o se resuelven estatalmente o serán reinos de Taifas morales que
disgregaran la sociedad. Yo, desde luego, no pienso irme a morir a Sevilla por
fácil que me lo pongan.
Pareciera que un dictamen
sobre el Estatut fuera obra de romanos o
de chinos de la Dinastía Ming. Hubieran bastado unas toneladas de técnica
jurídica indiscutible para todos los magistrados a los que se supone sapientes,
para dilucidar en menos de un año, cuáles son los ratones que recorren el
Estatut, y largo me lo fiais. Los continuos cortocircuitos entre el gobierno, la genaralitat y el
Tribunal Constitucional, han dejado a éste a los pies de los caballos y habrá
final del Barca-Madrid y hasta elecciones catalanas sin
que los de las grandes puñetas se llamen a escándalo después de tanto tiempo.
Cuatro años vale lo mismo que seis o sesenta y Montilla con su tripartito no
tienen porque alarmarse ni pedir la disolución del TC porque igual que los
rusos están ganando tiempo por espacios. Se lee en el Talmud:” Quién es piadoso
con los crueles acaba por ser cruel con los piadosos”.
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