“Vamos a olvidar el mañana/ Vamos a olvidar el mañana/ Vamos a
olvidar el mañana porque el mañana nunca llega/
Domani, olvidar domani /Vamos a vivir el momento y en
cualquier caso ¿ para que necesitamos domani?/La luz de la luna, compartamos la
luz de la luna/Tal vez juntos, nunca volverá a ser igual” (“Domani Forget”. Frank Sinatra)
Ya es
irrelevante que como otra medida contra la crisis el Gobierno arme
un plan de 590 millones de euros para desarrollar el cochecito eléctrico
que enchufaremos en las gasolineras y en las paredes. También podremos comprarnos un cabo muy largo,
sacarlo por la ventana del séptimo piso y darle energía al trasto desde la
cocina. Creo que estas cosas son del
ministro de Industria Miguel Sebastian, amigo muy escuchado por el presidente
Zapatero. No me cae mal, ni dudo de su ciencia, pero es más cachondo que
simpático. Ora propone quitarse la corbata para ahorrar energía, ora promete
regalar bombillas de bajo consumo que ni había ni han llegado. Me reconcilié
con él cuando se marchó a Alemania a defender personalmente los puestos de
trabajo de nuestra industria automotriz, pero a la postre no logró nada, aunque
eso es lo que tiene que intentar un ministro. Decía Ortega y Gasset que los
españoles no sabemos lo que nos pasa, y, eso es lo que nos pasa. Si no fuera por la
inquina socialista a la energía nuclear ya estaríamos pensando en el cochecito
atómico.
El cochecito eléctrico es prácticamente un
prototipo y cuando pueda usarse masivamente la crisis actual será un mal sueño.
Además, es muy poco socialista porque es carísimo y el día de mañana será
adquirido por los pudientes y no los parados. Servirá de transporte cómodo y
urbano para que callejeen las niñas
ricas buscando ropa de marca. El cochecito leré no dará trabajo mientras
vivamos en el núcleo duro de la crisis y parece una metáfora de Berlanga sobre la
surrealista economía española, lo que no es de extrañar siendo como somos los
inventores del chupa-chus y la fregona.
Aunque encontremos donde enchufarlo o le enganchemos un semoviente delante no aliviaremos nuestra dependencia del gas argelino.
La melancolía de Frank Sinatra:” el mañana nunca llega”. Cuando nos desesperemos buscando un enchufe
ya nos habremos muerto.
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