Acompañé a la doctora a Sídney, a recoger una médula ósea de un
donante no familiar, destinada a un
paciente del Hospital Niño Jesús, en Madrid. Era la época de los monzones y con
escala en Bangkok, continuamos nuestro largo viaje. El primer problema surgió al regresar, ya con el contenedor y el
valioso material. No se podían exceder las 36 horas desde la extracción de la
médula ósea. Teníamos una sola escala. Surgió el primer problema. Quantum Air era nuestro transportador, y, las
pizarras del aeropuerto nos mostraron 2 horas de retraso e impedía la conexión a Madrid. La doctora
cambió a Olympic Air que estaba en pista de salida. Llegamos a
tiempo y con el objetivo cumplido, cruzando
las antípodas, tal como
Philias Fog, adelantando al sol.
El doctor Raúl Matesanz, nefrólogo, nos indicó el camino y recetó la
ingesta de una aspirina para tan largo viaje.
Éste hombre fue un mago en la organización de los
trasplantes de órganos y un organizador nato. La ministra de Sanidad, Celia
Villalobos del PP, lo despidió, y, después tuvo que reingresarle.
A Matesanz, los australianos
le ofrecieron para coordinarles como habían conseguido los
españoles ser unos de los primeros
donantes de órganos en el mundo. Es una de esas celebridades que no son
populares.
El doctor Matesanz implementó una red simple de donación de órganos: convencer a los
familiares de un posible donante de órganos, el beneficio que ellos traería a
otros enfermos necesitados para continuar viviendo. La generosidad de los españoles está demostrando que es
infinita y en la UE no saben cómo hacerla. Doce europeos mueren cada
día a la espera de recibir un órgano.
Hemos recuperado la más ínclita
de la caridad: prolongar la vida del otro, aunque sea tu
enemigo. Actualmente él dirige la Dirección Nacional de Trasplante quién fue el
creador fue precisamente el doctor Rafael Matesanz.
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