Más que Marx,
el también prusiano
Friedrerich Engels traicionó
gloriosa y vitalmente
a la gran
burguesía industrial de
su familia, usando
la fortuna que le
tocaba en financiar
una filosofía social,
política y económica
que daría la
vuelta como a
un guante al
terrible siglo XX.
Al contrario de sus parientes y
coetáneos Engels no
tenía problemas para
zambullirse en el
lumpenproletariado porque de
escolar ya se
había mezclado subrepticiamente con
los niños que
trabajaban doce horas
en las hilanderías
de su padre, y
en Manchester se
buscó una concubina
irlandesa, hilandera y
analfabeta que le
sirvió de guía
por la más
absoluta miseria. Su
praxis de joven
hegeliano fue el
contacto directo con
los parias de
la tierra, y
su “ La situación de la
clase obrera “ es un
retrato sociológico y
periodístico de extrema
crudeza que justifica
cualquier adscripción irreflexiva
al comunismo. Se
ha escrito que
“ Sin Manchester
no habría Unión
Soviética “. Aún así
era una personalidad
contradictoria que podría
afirmar lo de aquel aristócrata
inglés: “ Estoy dispuesto a dar mi
vida por la
clase obrera, pero
no a vivir
como ella “: Sorprende que
la talla intelectual
de Engels se
solape con un
hedonista, amante de
las buenas casas,
los manjares, la
cerveza, las borracheras,
las mujeres y sobre
todo las putas
caras. Quizás una
reacción contra el
puritanismo familiar. Freudianamente Marx
encontraba en Engels
una seguridad maternal,
y éste en
su protegido, un
padre a quién admirar.
Engels no fue
un simple mecenas
de Marx al
que consideraba “ primer violín “,
siendo él “el segundo
“. Iban a
la par en capacidad de
trabajo, escribían textos
a cuatro manos,
juntos comenzaron “ El
manifiesto comunista tomando
copas en el
parisino “ Café
de la Regence
“ y a
la muerte de
su amigo, Engels
se ocupó de
su familia ( ya
había reconocido a
una bastarda de
Marx con la
criada ), y propagó
el pensamiento marxiano y se negó al
cementerio del gigante
para no robarle
protagonismo.
Le llamaban
“El General“,
no por sus
dotes de mando
sino porque era
aficionado al arte
de la guerra
y escribía en los periódicos
sobre asuntos militares.
El ruso Plejanov
fue el principal
admirador de Engels y
quién precipitó la
filosofía en el
materialismo dialéctico por
encima de la
plusvalía, y Lenin
era más aficionado
a los textos
de Engels que
a los de Marx.
Pero Engels, gran
amante de la
buena vida, defensor
apasionado de la
individualidad, creyente entusiasta
en la literatura,
el arte y
la música como
foros abiertos, nunca
habría aceptado el
comunismo soviético del
siglo XX. La poderosa
pareja intelectual no
era precisamente religiosa;
sin embargo Engels
escribió páginas de
admiración hacia el
cristianismo comparándolo con
la lucha sobre
la emancipación obrera: “ Como el
movimiento obrero, el
cristianismo fue en
sus orígenes un
movimiento de gente
oprimida; apareció primero
como la religión
de los esclavos
y los libertos,
de los pobres privados de
todo derecho, de
los pueblos subyugados
o dispersados por
Roma”.
“El gentleman
comunista“ es la biografía de
Engels publicada por
editorial “ Anagrama “. Su autor
el profesor Tristram
Hunt, enseña Historia y
Economía en Cambridge,
y es considerado
uno de los más
brillantes historiadores jóvenes
del Reino Unido.
Ofrece una biografía
apasionante , divertida e
intelectual de un
dandy adinerado, potente
filósofo aplicado a la reivindicación de
los obreros que
esclavizaba, hedonista coautor
de un giro
copernicano en las
relaciones humanas.
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