No creo que
Zapatero se desayune
relamiéndose por las
mañanas con los
últimos datos sobre
destrucción de empleo.
Y doy por
seguro, como él
dice, que el
paro le impide
dormir adecuadamente. Nadie
ha escrito que
el Presidente sea
un malvado sin
entrañas, pero su
incapacidad general como
estadista le ha
llevado de una
primera legislatura de
plácida siesta a
una segunda de
pesadilla. Ha tenido
que hacer importantes
recortes sociales y
se desespera, porque
la ingeniería económica
acabará desmontándole la
ingeniería social y
a él se le situará
como el capitán
de la mayor
jibarización del estado
de bienestar que
ha sufrido España.
La memoria es
selectiva y no reconoce
los hechos ominosos.
Sólo así se
explica que Zapatero
haya mudado de
talante y a
los gritos, con
la cara encendida,
escapándole un en él
insólito ¡ coño¡, truena
que “ miente como un
bellaco quién diga que
hemos hecho recortes “.
Resultaría cruel enumerarle
los hachazos y
los avances sociales
sobre el Limbo
al no estar
dotados económicamente, como
la tan celebrada
Ley de Dependencia.
Los médicos saben
que no se
puede luchar contra
el paciente y que a poco
conduce
contradecirle, especialmente en
casos terminales. ZP
ya tiene bellacos
en los sindicatos
amigos que son
la orquesta del “
Titanic “ social. Zapatero, en
un interinato incomodísimo,
necesita tumbarse en
el diván del psicoanalista
y recuperar el
oremus. Las elecciones
anticipadas las necesita ésta
sociedad que no
puede perder más
tiempo, pero también
el Presidente para
recuperar la serenidad
y no abochornarnos. A
veces hay que
romper el cristal
y llamar a
Freud.
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