John F.Kennedy no hubiera
presidido Estados Unidos si el jefe de la mafia de Chicago, Sam Giancana, no le
hubiera servido Illionis, por la mínima, frente a Richard Nixon. Todos los
varones Kennedy fueron mal pagadores y Bob, como Fiscal General, persiguió al
valedor de la familia hasta obligarle a exiliarse en México. Y es que se suele
ignorar que quienes tienen todas las de
perder y albergan mayor temor son los chantajistas y no los presumibles
extorsionados. En la Historia de los conflictos políticos nadie ha tirado nunca
de la manta, o porque carecen de ella o como aquel indio que teniendo corta la
cobija y enfriada la cabeza se la cortó por los pies para taparse la cara
quedándoseles helados los pinreles. La tesis de la manta ni siquiera es una
amenaza: es una germanía, un envite de pícaro, una anécdota banal de Rinconete
y Cortadillo o el recurso de un escritor sin recurso de mala novela negra. Luis
Bárcenas tendrá el aspecto de oso amoroso cuando pene lo que le toque y
devuelva lo mal habido, pero le da el empaque mental que no tiene ese aire de
hombre de las nieves, de Yeti vestido, al que dejas paso en la acera no sea que
te pise el plantígrado. Si hubiera tenido la estructura del enjuto y pequeño
Trías, el abogado filtrador agraviado por el impago de unas perras, Bárcenas no
sería un personaje de la comunicación ni con el doble de millones en Suiza. Es
injusto que le llamaran “Luis el cabrón
“ porque la ingenuidad de una transación artística con una pintora argentina de
medio pelo no la entiende ni el
jovencísimo Juez Ruz. ¡Como si en América no estuvieran al alcance de
cualquiera métodos menos groseros para
blanquear dinero!. Si los necesita, yo se los consigo, porque tengo las llaves
de Buenos Aires. ¿ Y si Bárcenas nada
puede decir sin inculparse ? . Y la cárcel mata la credibilidad. ¡Dura es la
vida del tirador de mantas!.
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