18/5/83

Don Juan Carlos insiste en la defensa de los derechos humanos y del pluralismo político ante el Congreso brasileño (18-5-1983)

Hace 51 años, el tío abuelo de Luis Rubio Chávarrez, director del Instituto de Cultura Hispánica Brasileño, daba a Alfonso XIII de plazo hasta ponerse el sol para abandonar España. Ayer, Luis Rubio Chávarrez Alcalá Zamora, sobrino nieto americano del primer presidente de la Segunda República Española, recibía en Brasilia al nieto de aquel rey destronado y le presentaba a los embajadores iberoamericanos con cartas ante el Gobierno brasileño. Todo acaba por encontrarse y tornar. Porque además, y aun cuando sea indecoroso abusar de la memoria de los muertos, no sería aventurado estimar que aquel hombre ilustrado y bondadoso habría también aplaudido los discursos que el Rey está pronunciando en Brasil.

Ayer don Juan Carlos se dirigió al Congreso nacional brasileño (senadores y diputados) con las siguientes palabras: "La solidaridad con los pueblos que luchan por la libertad y la democracia, la defensa de los derechos humanos, la promoción de la justicia, el progreso y la paz, son valores universales que defenderemos activamente y que España planteará en cuantos foros internacionales pueda hacer oír su voz. Libertad, derechos humanos, justicia, paz..., todo ello está en juego en muchos lugares de América Latina ( ... ) El pluralismo político como base de la consolidación de la democracia; el equilibrio entre un sistema de libertades y el mantenimiento del orden público; el respeto fiel y constante a los derechos humanos y la presencia en el esquema democrático de todas las minorías, son condiciones que convergen en el supremo ideal democrático. La democratización además supone hoy -en éste como en otros continentes la palanca básica para la consolidación del desarrollo social y económico".En el futurista Congreso brasileño, liberalismo en sus maneras, donde los periodistas se mueven con soltura y hasta toman asiento en los escaños libres, amplio espacio diseñado para que el pueblo entre y lo habite, los diputados puntearon con sus aplausos el discurso del Rey, a quien precedió en la tribuna un diputado gubernamental y otro de la oposición (democristiano). Este último, Fernando Lyra, arrancó fuertes aplausos de un sector minoritario de la Cámara, cuando en su panegírico del Rey hizo énfasis en recordar que bajo su reinado se habían legalizado "todos los partidos" (el PCE brasileño continúa proscrito). Finalmente, el senador Nilo Cohelo, presidente del Congreso, impuso al monarca la máxima condecoración del Parlamento.

Cierta frialdad oficial

Por parte del Gobierno brasileño solo asistió al acto el ministro de Asuntos Exteriores, y aun cuando no era protocolaria la asistencia del Gabinete, varios diputados comentaban la ausencia. Por más que la cordialidad es total -el Rey y Figueiredo se han intercambiado condecoraciones y valiosos obsequios-, se detecta en la capital federal cierto ataque de celos por parte del presidente brasileño hacia su huésped. Ahora mismo la batalla política brasileña pasa por ver si Figueiredo pacta con la oposición su reelección por un mandato restringido de dos años, a cambio de que en 1988 la elección presidencial sea por voto directo. Hasta el gobernador de Río, Lionel Brizola, aceptaría el trueque, no para regalarle dos años a Figueiredo, sino para disponer de cuatro años más para reorganizar el socialismo brasileño. Y en esta delicada tesitura, parece como si se estableciera una comparación -desfavorable para el segundo- entre un Rey decididamente democratizador y un general-presidente que en seis años aún no ha sabido restituir la plena soberanía a su pueblo. Esto, unido a los componentes chovinistas de las sociedades criollas, pudieran explicar los imperceptibles alfilerazos de frialdad oficial en Brasilia. El Rey y Figueiredo conversaron el lunes durante una hora. Habló más Figueiredo, quien se extendió con optimismo sobre la recuperación económica brasileña y con pesimismo sobre la crisis económica internacional. Brasil tiene acumulada una deuda externa de 98.000 millones de dólares, de los que al menos 30.000 son exigibles a corto plazo, y el pago anual del plazo de la deuda más los intereses trepa hasta el 80% de las exportaciones anuales del país. Aunque bien es cierto que esta nación, dada la potencia de sus recursos, nunca podrá ser pobre aunque se lo propusiera. A preguntas del Rey, Figueiredo habló de la nueva situación interamericana tras la guerra de las Malvinas y explicó cómo había prevenido infructuosamente al presidente argentino Galtieri de la decisión militar británica y de la defección americana de los Estados Unidos.En la tarde de ayer, los cancilleres de ambos países se reunieron en privado, aunque al ser éste un viaje de Estado, no cabe esperar acuerdos inmediatos. En el terreno práctico se seguía hablando aquí de la dificultosa alianza comercial hispano-brasileña (con la Bazán por parte española) para construir en los astilleros bahianos de Aratú buques mercantes y destructores para todo el mercado iberoamericano.

Las dificultades se enredan en lo mucho que nos debe Brasil, en lo mucho que ya le compramos en relación con lo poco que le vendemos y en que las exportaciones brasileñas y españolas en el resto del continente son muchas veces competitivas -en Centroamérica, nos arrebatan contratos de Pegaso y nosotros les "pisamos" la construcción de alguna hidroeléctrica.

Por lo demás el Rey habló también ante el Supremo Tribunal Federal, fue investido doctor honoris causa por la universidad de Brasilia y se despidió con una cena a los señores de Figueiredo en la embajada de España, del malogrado Rafael Leoz, que dejó su firma en esta mareante exposición de arquitectura que es Brasilia.

A las cuatro de la tarde de hoy (hora de Madrid) los reyes habrán llegado a Río de Janeiro, donde el ministerio de Cultura español ha traído una excelente exposición de 47 obras de la pintura religiosa española, como deseo de paz y de esperanza para el pueblo del Brasil.

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