Más de 200.000 personas han sido ya evacuadas de
las provincias del norte argentino, asoladas desde hace dos meses por un
anormal régimen de lluvias, presumiblemente originado por la gigantesca presa
brasileña de Itaipú. Cientos de miles de hectáreas de las provincias argentinas
de Formosa, El Chaco, Misiones, Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe han quedado
anegadas para siempre, según los hidrólogos. Los repuntes de los ríos Paraná y
Paraguay, y sus afluentes, que penetran en Argentina desde el Paraguay, para
desembocar en el río de la Plata, alcanzan ya hasta diez metros sobre su nivel.
habitual.El excedente de agua que baja del Norte, de la Mesopotamia argentina,
arrastra ingentes masas de camalotes (vegetación flotante) de hasta cuatro
metros de espesor. La acumulación de camalotes contra las bases de torres de
tendido eléctrico, carreteras o pilares de puentes, hasta derrumbarlos por
presión, está dejando sin infraestructura de comunicaciones al noroeste del
país. Los camalotes, desde el confin de las selvas norteñas, están llegando al
estuario del Plata, al puerto y paseos marítimos de Buenos Aires. La Prensa de
la capital inserta advertencias sobre la llegada a la ciudad de víboras,
yararás (un ofidio de mordedura mortal), arácnidos, y hasta monos y carpinchos
(un pequeño cerdo cimarrón), enloquecidos tras días de angustiosa navegación
sobre las matas vegetales.
Los
damnificados arremeten contra la imprevisión de este Gobierno y de los
anteriores ante la ausencia de una adecuada infraestructura de canalización de
aguas. Pero científicos y ecólogos aseguran que las talas forestales brasileñas
y la inmensa presa de Itaipú son los causantes de un desplazamiento hacia la
Argentina de la frecuencia e intensidad de las vias en la zona y del
desbocamieto crónico de los ya incontrolables Paraguay y Paraná
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