Continúan desgranándose críticas y condenas al
documento de la Junta Militar sobre guerra antisubversiva y desaparecidos. Ni
una sola voz se ha alzado para justificarlo, excepción hecha del teniente
general Videla (instaurador del proceso en 1976), quien ha roto un prolongado
silencio para decir que el documento "está hecho con amor" y que
"es justo".
A título
personal, la condena de los obispos ha sido unánime:"No es parejo -el documento-
al referirse al accionar subversivo y cuando examina la represión
ejercida" (obispo de Morón).
"Es
falso e inmoral. Decirse cristiano y no admitir la doctrina cristiana es una
falsedad que está catalogada en el mismo Evangelio como hipocresía. La gran
verdad es que los argentinos hemos padecido tanto más por la represión que por
el terrorismo. En definitiva, la represión se ha convertido en un terrorismo de
Estado" (obispo de Río Negro).
"Existe
una diferencia notable entre la reconciliación que propugna la Junta Militar y
la que recomienda la Iglesia" (obispo de Kilmes).
"No
dice la verdad, oculta la realidad y llama al error sobre lo que fue un plan
previamente elaborado y metódicamente ejecutado mediante secuestros, torturas,
frecuentemente realizados en lugares castrenses previamente designados y que
concluyeron con gran número de muertes" (obispo de Neuquén).
"Respira
una soberbia totalmente reñida con el Evangelio" (obispo metodista
Bonino).
La mayoría
de la jerarquía católica, en suma, ha reprobado el documento militar y ha ido
algo más allá en su compromiso cristiano que en la declaración episcopal
recientemente publicada y en la que también se aludía a los desaparecidos.
Políticos,
sindicalistas, intelectuales, se han puesto al fin de acuerdo en el guirigay
preelectoral argentino: hay que remitir a los jueces los crímenes de lesa
humanidad cometidos durante la represión por la dictadura militar.
El resbalón
de la Junta sólo es explicable desde la perspectiva de su desorientación y
desmoralización tras el fracaso en las Malvinas.
Y después
de la corrupción moral que implica los desaparecidos, queda aún por estallar la
económica que ha embarrado a una oficialidad dedicada desde hace siete años a
gerenciar industrias de bienes y servicios. Ahora mismo están en prisión
preventiva varios jefes del Ejército presuntamente implicados en una estafa de
adulteración de gasolina desde empresas estatales. No obstante, fuentes
castrenses admiten que el Ejército sigue estudiando una ley de amnistía para
antes de octubre.
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