5/5/83

Posible crisis diplomática italo-argentina por las insistentes protestas de Pertini (5-5-1983)

La Junta Militar argentina se reunió ayer para analizar la crisis diplomática abierta con Italia tras las dos durísimas admoniciones dirigidas por el presidente italiano, el venerable Sandro Pertini, a su colega argentino Reynaldo Bignone. La respuesta española, en cambio, ha sido providencial para los militares argentinos, mientras los familiares de desaparecidos muestran su amarga decepción.La Embajada argentina en Roma ha hecho entrega de un memorándum al Gobierno italiano en el que expresa su más enérgica protesta por el primer telegrama de Pertini. El presidente italiano ha remitido ahora al teniente general Bignone una súplica en la que se muestra sorprendido por la defensa que él, "un hombre honesto y oficial insobornable", hace de "oficiales que con graves fechorías han deshonrado el uniforme que usted lleva con honor. No me interesa si otros jefes de Estado no sintieron el deber de protestar como protesté yo. Peor para ellos. Cada cual actúa según sus modos de sentir".

La Prensa no oficialista, amordazada por la censura, que dedica sus páginas editoriales a los problemas ganaderos, al Pioneer-10 y al sistema solar, procura reproducir íntegros los telegramas de Sandro Pertini, a los que ahora hay que sumar la repulsa francesa y una severa crítica de la Santa Sede a través de un ceñudo editorial de L'Osservatore Romano.

No tiene mucho a donde agarrarse la Junta Militar y, de milagro, no se ha agarrado al clavo ardiendo de la protesta española. Llama la atención en Buenos Aires que la diplomacia española haya tenido que justificar su protesta en la cifra de 2.050 desaparecidos dados oficialmente por muertos, cuando hasta la propia Junta reconoce la desaparición de más de 6.000 ciudadanos.

La guerra de las cifras es banal por cuanto, tal como ocurrieron las cosas, tanto dan 10.000 desaparecidos más o menos para reputar de genocida el proceso militar argentino. Pero en Buenos Aires se juega al desprestigio de las organizaciones humanitarias que barajan cifras elevadas, y a este respecto que España sólo se refiera a 2.050 desaparecidos supone una ayuda inesperada y milagrosa.

Por otra parte, el Gobierno español parece resignado a limitar sus gestiones a los 35 desaparecidos de nacionalidad española sobre los que está dispuesto a hablar el Gobierno argentino. Aquí prima el concepto jurídico del suelo sobre el de la sangre para sentar la nacionalidad, y la Casa Rosada no admite la competencia de nuestra Embajada sobre los 174 desaparecidos hijos y nietos de españoles, pese a los convenios de doble nacionalidad firmados entre los dos países. El caso es que los familiares de los desaparecidos tienen muy pocas palabras gratas para la gestión de la diplomacia española.

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