"Que pena, qué pena, qué pena / tener a
Figueiredo / y no tener al rey; / que nos quiten la pena". Hace algunos
años, las escuelas cariocas de samba atronaban los carnavales de Río con este
estribillo destinado a recordarle al general cómo se desmontaba una dictadura
con rapidez y sin violencia. Acaso el zaherimiento fuera excesivamente injusto,
por cuanto Figueiredo -aun cuando con muchas reservas, cautelas y hasta
trampas- ha encauzado este país hacia la democracia parlamentaria; pero la
libertad y las ganas de vivir de la eterna victoria de Don Carnal sobre Doña
Cuaresma serán siempre en Brasil inalcanzables para la censura. Al menos
durante cada mes de febrero.
El DC-8 de
la Fuerza Aérea española que transporta a los Reyes aterrizó en la mañana de
ayer en la base aérea de Galeáo, donde les esperaban el gobernador socialista
Brizola; el cardenal de Río, monseñor Eugenio Sallés, y el comandante del
primer cuerpo de ejército, general Gomes de Almena. La mañana fue invertida en
homenajes, ante la Tumba al Soldado Desconocido, por los caídos brasileños en
la segunda guerra mundial (unidades regulares brasileñas combatieron en la
campaña de Italia) y en una deslucida subida turística al Cristo de Corcovado
para contemplar la bahía de Guanabara, entristecida por su cielo de nubes
bajas.Los Reyes se hospedaron en uno de los hoteles linderos con la playa de
Ipanema. Por la tarde se encontraron en la Casa de España con la colonia
residente e inauguraron en el Museo Nacional de Bellas Artes la exposición de
pintura religiosa sevillana del siglo XVII. Un gigantesco estandarte con la
bandera española permanecerá izado frente al museo mientras dure esta
exposición.
Lionel
Brizola, siempre descamisado y populista, ex gobernador de Río Grande do Sur
durante el mandato presidencial de su cuñado el presidente Joáo Goulart, que
escapó a Montevideo en el golpe de 1964 recorriendo los caminos disfrazado de
mujer mientras todo el Ejército procuraba su captura, que coqueteó con
posibilidades guerrilleras en Brasil, fue ayer el alegre anfitrión de los Reyes
como gobernador de este Estado y esperanza del socialismo brasileño. Desde Río
de Janeiro está aplicando a su país una derivación de la teoría zoquista,
elaborada en su día por Regis Debray (un foco guerrillero que se expande por contagio),
trocando los votos por los tiros. La gobernación de Río es ahora el foco
democrático -y socialista- que se quiere irradiar.
En la
noche, Brizola homenajeó a los Reyes con una cena en un restaurante inaugurado
para esta ocasión en los jardines de Arcos da Lapa.
Tras las
conversaciones de Brasilia, don Juan Carlos I ha invitado al presidente
Figueiredo a visitar España, y éste al presidente del Gobierno, Felipe
González, a visitar Brasil (ambas visitas aún sin fechas). El ministro español
de Asuntos Exteriores, Fernando Morán, se demoró brevemente con la Prensa
brasileña para explicar el alcance de estas visitas de Estado ("yo, cuando
viajo con el Rey, me dejo en casa mis preferencias políticas"), asegurando
que los Reyes visitarían todas las repúblicas latinoamericanas sin hacer
excepción de sus regímenes políticos.
La Prensa
escrita y audiovisual sigue ocupándose generosamente de la visita real,
dedicando páginas especiales a nuestro país; casi todos los diarios publican
chistes de intencionalidad política con las caricaturas de don Juan Carlos y
Figueiredo. Jornal do Brasil publicaba ayer un editorial, bajo el
título Destinos convergentes, en el que se leía que "el
verdadero sentido de la visita. del Rey de España a Brasil tal vez esté en la
verificación de que en el final del siglo el mundo tendrá como gran espectáculo
político la inequívoca desilusión de Las naciones hacia las formas autoritarias
de gobierno". Así son las. cosas. La crisis económica de la década de los
treinta propició la creación de regímenes militaresde autoridad en
el Cono Sur, y ahora otra crisis económica más grave que aquélla en esta zona
del mundo está expulsando el gorilismo a las tinieblas
exteriores, incluso con el aplauso de las clases económicas privilegiadas.
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