3/11/83

Raúl Alfonsín perfila en una finca bonaerense la composición y el programa de su Gobierno (3-11-1983)

Raúl Alfonsín y su equipo político de emergencia,permanecen recluidos en una rinca de la provincia de Buenos Aires, donde continuaría al menos hasta el próximo lunes perfilando el Gobierno, la entrega de poderes, las primeras medidas económicas, las alianzas en el Senado para poder renovar a los jueces, los nombramientos militares y un primer paquete de medidas económicas de urgencia.

No se han producido contactos directos entre el presidente in pectore(que no lo será electo hasta que vote el colegio electoral) y el presidente Reynaldo Bignone y los miembros de la Junta Militar.Dos o tres días antes de la investidura en el Congreso sería disuelta la junta militar, cesando el Estatuto para el llamado proceso de reorganización nacional, y sus tres integrantes, teniente general Nicolaides, almirante Franco, y brigadier general Hughes, pedirán su cese anticipado al retiro siendo inmediatamente sustituidos al frente de cada arma por sus inferiores inmediatos. Será pues Bignone quien traspase el poder a Raúl Alfonsín.

Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo ya se han presentado en el cuartel general radical para reclamar sus derechos. En ausencia de Alfonsín, altos. dirigentes del radicalismo declararon que la visita constituía para ellos un alto honor, y las madres y abuelas se retiraron satisfechas de la reunión por más que se rechazaron sus primeras peticiones: la creación en el congreso de una comisión investigadora de las violaciones de los derechos humanos en Argentina.

La dirección radical pareció convencerlas de la inoportunidad de proceder a un juicio político sobre las atrocidades cometidas y de la conveniencia de exigir las responsabilidades ante las nuevos y democráticos tribunales ordinarios de justicia.

La dirección de justicialismo está reunida en sesión permanente a la espera de que vayan llegando a Buenos Aires los jefes (caudillos) provinciales. Los aledaños de Lorenzo Miguel y Herminio Iglesias, a su vez enfrentados entre sí y contra quien se dirigen las más feroces críticas, (mariscales de la derrota) continúan insinuando la posibilidad de unas dimisiones, que no terminan de presentarse. La línea de defensa de todos los sindicalistas aupados en el partido estriba en que no ha perdido el peronismo sino que ha triunfado una coalición burguesa y antiobrera apoyada por intereses internacionales.

La primera fractura se la producido entre Lorenzo Miguel y Saúl Ubaldini, secretario de una de las dos CGT, quien se negó a suscribir una declaración política del primero en los términos justificativos anteriormente expuestos. Ubaldini y su CGT emitieron un documento responsabilizando a las 62 organizaciones (brazo político en los sindicatos sobre los que manda Lorenzo Miguel) del fracaso electoral y saludando las elecciones como un triunfo de la democracia para todos los argentinos.

El candidato derrotado, Italo Lúder, fiel a su filosofía personal, se mantiene alejado de la trifulca; "creo que yo he contribuido a que el país respire tranquilo", declara.

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