Raúl Alfonsín y su equipo político de
emergencia,permanecen recluidos en una rinca de la provincia de Buenos Aires,
donde continuaría al menos hasta el próximo lunes perfilando el Gobierno, la
entrega de poderes, las primeras medidas económicas, las alianzas en el Senado
para poder renovar a los jueces, los nombramientos militares y un primer paquete
de medidas económicas de urgencia.
No se han producido contactos directos entre el
presidente in pectore(que no lo será electo hasta que vote el
colegio electoral) y el presidente Reynaldo Bignone y los miembros de la Junta
Militar.Dos o tres días antes de la investidura en el Congreso sería disuelta
la junta militar, cesando el Estatuto para el llamado proceso de
reorganización nacional, y sus tres integrantes, teniente general
Nicolaides, almirante Franco, y brigadier general Hughes, pedirán su cese
anticipado al retiro siendo inmediatamente sustituidos al frente de cada arma
por sus inferiores inmediatos. Será pues Bignone quien traspase el poder a Raúl
Alfonsín.
Madres y
Abuelas de la Plaza de Mayo ya se han presentado en el cuartel general radical
para reclamar sus derechos. En ausencia de Alfonsín, altos. dirigentes del
radicalismo declararon que la visita constituía para ellos un alto honor, y las
madres y abuelas se retiraron satisfechas de la reunión por más que se
rechazaron sus primeras peticiones: la creación en el congreso de una comisión
investigadora de las violaciones de los derechos humanos en Argentina.
La
dirección radical pareció convencerlas de la inoportunidad de proceder a un
juicio político sobre las atrocidades cometidas y de la conveniencia de exigir
las responsabilidades ante las nuevos y democráticos tribunales ordinarios de
justicia.
La
dirección de justicialismo está reunida en sesión permanente a la espera de que
vayan llegando a Buenos Aires los jefes (caudillos) provinciales. Los aledaños
de Lorenzo Miguel y Herminio Iglesias, a su vez enfrentados entre sí y contra
quien se dirigen las más feroces críticas, (mariscales de la derrota)
continúan insinuando la posibilidad de unas dimisiones, que no terminan de
presentarse. La línea de defensa de todos los sindicalistas aupados en el
partido estriba en que no ha perdido el peronismo sino que ha triunfado una
coalición burguesa y antiobrera apoyada por intereses internacionales.
La primera
fractura se la producido entre Lorenzo Miguel y Saúl Ubaldini, secretario de
una de las dos CGT, quien se negó a suscribir una declaración política del
primero en los términos justificativos anteriormente expuestos. Ubaldini y su
CGT emitieron un documento responsabilizando a las 62 organizaciones (brazo
político en los sindicatos sobre los que manda Lorenzo Miguel) del fracaso
electoral y saludando las elecciones como un triunfo de la democracia para
todos los argentinos.
El
candidato derrotado, Italo Lúder, fiel a su filosofía personal, se mantiene
alejado de la trifulca; "creo que yo he contribuido a que el país respire
tranquilo", declara.
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