Juan Pablo II, audiblemente resfriado, llegó ayer a Buenos Aires a
las cuatro de la tarde, hora local, (nueve de la noche, hora peninsular
procedente de Chile. El avión de Lachile aterrizó en el aeropuerto
metropolitano Jorge Newbery, destinado a vuelos de cabotaje y al puente aéreo
con Montevideo, en la ribera del río de la Plata y a pocos minutos del centro
urbano. Veintiún cañonazos saludaron al Pontífice mientras era recibido por el
presidente de la República, Raúl Ricardo Afonsín, y su esposa, Florenza
Barrenechea. El presidente argentino le dio la bienvenida en un discurso en el
que las palabras Le gratitud se repitieron: gratitud por la paz trasandina
lograda por este Papa tras estar Chile y Argentina al borde de la guerra en
1979.
Raúl Alfónsin hizo augurios por que la visita papal sirviese para
la censolidación de la democracia y para enaltecer la dignidad humana. Alfonsín
saludó al Papa no sólo en su condición de presidente de todos los argentinos
católicos, sino en nombre de todos aquellos de otras confesiones o carentes de
fe pero que tienen a la Constitución de la República como fuente de justicia.
Reiteradamente, el presidente argentino aludió al Papa como paladín de los
derechos humanos. Juan Pablo II, en acatarrado castellano en el que llegó a
confundir las cataratas del Iguazú con las carreteras -algo infrecuente en él-,
respondió con un discurso amable, con referencias a la Virgen de Luján, patrona
católica argentina, a la paz argentino-chilena, a su encomienda evangelizadora
y a la bendita tierra que pisaba por segunda vez durante su papado.
Su Santidad no hizo ninguna alusión ni se esperaba- a la,
democracia o a la violación de los derechos humanos. En uno de los papamóviles se
trasladó a la nunciatura para después ser recibido oficialmente por el
presidente Alfonsín en la Casa Rosada.
Para dar una idea de la importancía social que suscita esta visita
papal, baste describir que la llegada al país, también ayer, de Diego Arrriando
Maradona para conocer a su hija recién nacida ha pasado inadvertída. Quien
conozca el paroxismo futbolístico argentino sopesará el dato.
Desde la una de la tarde y hasta el fin del viaje papal se había
neutralizado el tráfico en el área que rodea la Nunciatura porteña, y las
medidas de seguridad vial son máximas.
El propio jefe de seguridad e información del presidente Alfonsín,
un coronel del Ejército de Tierra que prestó servicios en Líbano como casco
azul, se resporisabiliza de la normalidad del viaje, coordinando los grupos de
elite de las pollicias provinciales, de la policía federal y del Servicio de
Inteligencia del Estado.
Dos papamóviles blindados
serán utilizados durante el viaje: uno, el fabricado en 1982 para la anterior
visita, y otro, refórzado a prueba de bombas de medíana potencia, coristruído
expresamente para esta ocasión. Juan Pablo II viajará por el país en el avión
presidencial Tango O1.
El ministro de Educación y Justicia ha dado asueto escolar por
cinco días -con no pocas quejas de los padres- y hasta la lotería nacional
suspendió su quiniela de ayer.
Medidas de seguridad
Las medidas de seguridad en torno a esta visita son razonables Lo
que aquí se entiende por mano de obra desocupada (los
servicios paramilitares y parapoli ciales que trabajaron bajo la dic tadura
militar) parece haber vuelto a encontrar empleo, salpicando de amenazas de
bornba y de bombas reales -que ya ban cobrado una víctima- las puertas de los
tribunales y los pórticos de las iglesias, en una faena repetida y conocida de
provoca repeticíón y desestabilización política.Los amigos de la dictadura
militar, que son bastantes y la mayoría civiles, contemplan este viaje papal
desde varias e interesadas perspectivas.
Por una parte, se aspira a instrumentalizar a favor de los
militares condenados y por condenar el inevitable mensaje evangélico sobre el
perdón y la reconciliación, y ya se ha comenzado a especular abiertamente con
lo hasta ahora impensable: una amnistía. Ésta sería la baza mayor.
No menos importante sería el abuso sindical de un Para
presumiblemente proclive.
Diezmado el peronismo en las urnas y, multidividido en sus
querellas intemas en el Congreso, la oposición ha venido a recaer en la
Confederación General del Trabajo (CGT), dirigida por Saúl Ubaldini, y que ha
decretado nada más que ocho huelgas generales en poco más de tres años de
democracia. Alforisín, impotente, acabó nombrando ministro de Trabajo y
Seguridad Social a Ramón Alderete, sectario del sindicato de Luz y Fuerza, en
un hábil intento de descolocar a una central sindical entregada a hacer
política partidaria y opositora.
El segmento sindical ultraderechista y ultracatólico, viejo aliado
de los militares, también pretenderá utilizar el viaje del papa Juan Pablo II
en su beneficio.
Ni la propia Iglesia católica., muy por el contrario de la chilena,
necesita la bendición de este Viaje; viaje de paz por cuanto refrenda la
evitación de una guerra entre Argeritina y, Chile, pero que ampara
peleas intestinas gravísimas, como la guerra sucia contra la subversión y la
complicidad de la jerarquía celesial con los generadores de la matanza.
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