Los dirigentes montoneros,
encabezados por Mario Eduardo Firmenich, su jefe nato, ahora en prisión
esperando su proceso por secuestro extorsívo de personas, publicaron ayer un
anuncio en Clarín, ni
más ni menos que titulado: "Bienvenido Juan Pablo Il. Oración por la paz,
la democracia, la justicia social, la autocrítica, la reconciliacion y la
liberación para la nación y el pueblo argentinos".De su extenso texto,
sembrado de citas progresistas del propio Juan Pablo II, cabe extraer:
"Señor, algunos de nosotros, militantes políticos de Montoneros, que en
determinadas circunstancias empuñamos las armas para resistir a la opresión, no
estamos exentos de culpas. Como miembros de la nación argentina, nos caben las
generales de la ley (...) Por eso te pedimos que te apiades de quienes nos
persiguieron atrozmente atormentando ancianos, mujeres y niños. Y por eso te
pedimos también que te apiades de los que hoy nos síguen persiguiendo sin
razón, tramando calumnias y difamaciones. buscando quebrar con provocaciones
nuestra humilde sujeción a la voluntad del pueblo. Orarnos para que nuestros
perseguidores tengan el coraje de arrepentirse...".
El texto ha sido redactado
por Firmenich. Sólo un viejo estudiante clerical como él, militante de Tacuara
(la Falange argentina; tacuara es una lanza de caña), burgués, bien alimentado
y educado en los más exclusivos colegios religiosos, pudo liderar la extrema y
suicida izquierda del peronismo. Los de "¡duro, duro, duro, somós los
montoneros que matamos a Aramburu!".
Pero a la dirección
montonera se le olvidó explicar que no tomaron las armas lealmente contra
ninguna dictadura -las emplearon contra el Gobierno, indeseable pero
democrático, de Isabelita Perón-, que quienes ahora les persiguen sólo son los
fiscales del poder judicial de una República democrática particularmente
respetuosa con los derechos humanos.
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