La derecha autoritaria
siempre sostuvo que éste país es ingobernable. Ya Cánovas del Castillo sostenía
sarcástico que español es aquel que no puede ser otra cosa. Los hechos que suceden
demuestran la extrema gobernabilidad de ésta sociedad y hasta explica su
carácter mansueto. Los funcionarios representan el yunque sobre el que
martillea la congelación salarial aquí y en numerosas naciones. Los socialistas
son expertos en meterlos en la heladera
como primera medida antes de comenzar a ahorrar algo, son la infantería de
choque de la austeridad. Pero ésta vez no sólo los han dejado tiritando en un
iglú sino que nos dado la UE y a nosotros por primera vez un tijeretazo
salarial del calibre de la cornada en la boca de Julio Aparicio en el último
Festival de las Ventas de Madrid. Los índices de participación que dan
convocantes y Gobierno son ridículos y de chicle yendo del alfa al omega. No
obstante éste primer ensayo general de todo ha sido de bolsillo incluso ha
propiciado una pelea de novios entre CCOO y UGT y los Sindicatos de la
Administración Pública.
Los sindicatos nacieron revolucionarios y
fueron correa de trasmisión de los partidos de izquierda. En el siglo XXI deben
ser otra cosa inclinándose más a prestar servicios no sólo reivindicativos. No
analizan el porqué de su mínima afiliación ni su dependencia del gobierno de
turno que les da de mamar. Así se convierten en organizaciones sí
gubernamentales, OSG, dadas a meterse en la cama con quién le pagan el pisito.
Sobrando razones ha sido ésta una huelga de bolsillo, quizás por que les faltaba era cobrar un día menos. La Huelga General, es la bomba atómica de los
trabajadores, pero la que viene seguro que no pasará de petardo. No en balde
dicen los chuscos que el ministro emboscado de Economía de ZP es Cándido Méndez
con quién cena todos los miércoles. Se echa de menos al Gran e Histórico Nicolás Redondo.
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