En la desasosegante Pampa
húmeda el cielo parece la campana de cristal que cubre el queso, de horizonte a
horizonte, sin un cerro, un árbol o una piedra. Dos gauchos pueden encontrarse
en esa soledad, arreando sus tropillas y hacen pié para platicar. Como no hay
donde atar las cabalgaduras abren con el facón una hendidura en el humus por la
que deslizan, una tras otra, dos boleadoras; tiran de la tercera cuerda y su
boleadora la engarzan en algún arreo del caballo que queda sujeto. ¿De qué van
a hablar estos dos desconocidos, mestizos de blancos e indios, despreciados por
todos, eterna carne de cañon?. De la china (mujer en quéchua) no se dice nada;
el “pingo” (caballo) es más que la china porque te permite vivir; la rastra con
que se ciñen y el facón pueden ser de plata labrada pero el gaucho solo alardea
improvisando versos borracho en una pulpería o almacén de ramos generales. Para
evitar una riña lo mejor es hablar de bueyes perdidos. “Una vez perdí un buey y
tardé una semana en hallarlo muerto de sed, comido por los cóndores…” Hablar de
la nada devorada por la Pampa.
En la destartalada política
española ya solo hablamos de bueyes perdidos, y parece que ocurren cosas pero
todo es espectral, repetitivo y fútil.
Felipe González es un referente indiscutido en el PSOE, y afirma que el
candidato socialista debía haber venido a continuación de la renuncia de
Zapatero. Ya sabemos que Felipe siempre se ha opuesto a las primarias, pero
ahora el socialismo en campaña arguye que son seña democrática frente al PP. En
la madrileña calle Ferraz tanto da ser muralla que ariete, y cuando no engañan,
olvidan. Hacen correr la extraña liebre de una candidatura-fórmula
Rubalcaba-Chacón como las internas americanas que nada tienen que ver con
nosotros. En su última campaña los obsecuentes le pidieron a Perón que llevara de segunda a Isabelita.
Les dijo irónico y machista: “Eso quiere decir que queréis que gobierne solo”.
Perón siempre fue un misógino que no sabía hacer política sin instrumentalizar
a las mujeres. A Carme Chacón se la está poniendo cara de Evita. La corrupción,
que les viene de los años ochenta y de Bettino Craxi, un populismo de frases y
el desguace de la economía productiva, el caudillismo, el rechazo a la
alternancia, siguen acercando el PSOE al Partido Justicialista. Contemplan con
ternura al peronismo desdeñado a la Unión Cívica Radical, los krausistas que
serían sus amigos naturales. Ya se sabe: “¡Queremos a Perón/ putero o ladrón!”.
Un éxito policial como el
de esta semana no contradice una negociación. Rebajarle seis años (legalmente)
a un carnicero etarra tinto en sangre, más los que están en lista de espera, y
los equilibrismos sobre Bildu y sus candidatos aparentemente no contaminados
obligan a suponer que entre el Gobierno interino y la banda sigue habiendo
tacto de codos. Y con prisas, porque solo queda un año. Niegan el concepto,
pero las municipales y autonómicas van a ser una primera vuelta electoral, con
el daño añadido de que correrá demasiado tiempo hasta las generales del año
próximo. Felipe, cuando adoctrina sobre su partido, siempre tiene razón. Solo
el clímax y esas tertulias que parecen pelea de verdulería o reyerta de
taberna, nos acercan al 80 aniversario de la II República, sin pena ni gloria.
Es como indagar ahora si el almirante Cervera debió romper el bloqueo de
Santiago de Cuba, de noche o de día, como hizo. Los recién egresados de
Humanidades son incapaces de hacer un resumen republicano aunque el hijo de
Carrillo, con posible pucherazo, se haya alzado a la rectoría de la Complutense.
Aquí el único republicano activo que queda es Antonio García-Trevijano, y no de
la II sino de la III que ni se otea. Como todos los años Zapatero dice que el
segundo semestre será mejor; deberíamos partir la añada y vivir solo de julio a
diciembre. Elena Salgado le enmienda los datos a Zapatero, y el Gobernador del
Banco de España corrige a la baja a la Vice. Tiempo de descuento en el que solo
se pasan los papeles de Correa o de Chávez. Para lo que hay más vale la Pampa y
topar por azar con otro solitario y libre para descabalgar y hablar mansamente
de bueyes perdidos.
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