A cuenta de los
extravagantes EREs andaluces caemos en que los sindicatos detraen un porcentaje
de las compensaciones de los despedidos. Es como robarle la merienda a un niño
mendigo, pero a los profesionales del sindicalismo no les interesan los parados
o los jubilados. Los Gobiernos financian su burocracia, ellos cobran las
cuotas, y reciben más dinero por cursos que no imparten. Los caminos del Señor
son inescrutables y los ingresos sindicales también. Ya decía la ex ministra
Carmen Calvo que el dinero público no es de nadie. UGT y CCOO han comentado los
últimos datos del desempleo con un silencio de pedernal, y es que el único sindicato
de clase decente es la USO que preserva su independencia negándose a vivir del
Presupuesto. La alemana I.G.Metall, con sus 2,3 millones de afiliados, es el
mayor sindicato del mundo y funciona exclusivamente con las aportaciones de sus
metalúrgicos. No cuentan con dinero federal o de los lander, y, solo
ocasionalmente, reciben ayuda altruista de la Fundación Ebert, para seminarios
de formación en el tercer mundo. Durante el franquismo editaban un boletín
laboral en español y hacían llegar dinero a sindicalistas represaliados. Hacia
el 20% de paro, Fernández Toxo vacaciona de crucero sin empatía por lo que se
quedan dando sombra al botijo, y Cándido Mández alardea de ir andando a su
despacho cuando está haciendo un régimen adelgazante que le obliga a prescindir
del coche oficial. Como a Zapatero ya le da casi todo igual podría negociar con
los sindicatos su autofinanciación tal como Alfonso Guerra hizo con la Iglesia
Católica.
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