En los años 70 el general Bussi, gobernador de la provincia
argentina de Tucumán, se hartó de tener su capital infectada de mendigos; en camiones militares los trasladó a los
desiertos salitrosos linderos con Santiago del Estero, abandonándolos sin suministros. Jamás volvió
a saberse de ellos, pero San Miguel se quedó como una patena. De la idiocia de ésta dirección socialista cabe esperar que ignoren hasta la Ley de Defensa de la
República, incultura que no sostiene la
errónea propuesta del Alcalde de Madrid.
No hay mendicantes en La Habana,
Pekín, Pyongian …. , y sí en
Londres, París, Nueva York, grandes urbes desarrolladas. La mendicidad va de la mano de la caridad desde la primera línea de la Historia, y Diógenes vivía a la intemperie. Luis
Rojas Marcos , responsable de psiquiatría de la ciudad de Nueva York ,
también se equivocó suponiendo
que todos los “ homeless “, con
la casa arrastrada en carritos, eran
enfermos mentales susceptibles de
internamiento, cuando hace falta mucha
practicidad para vivir por años en las aceras y con el clima
neoyorquino. La Ley de Dependencia socialista,
de la que tanto presumen, no se aplica porque no fue dotada económicamente, y Gallardón no tiene
dinero, para cambiar la condición de éste doliente mobiliario urbano. El
PSOE abandonó a los afectados por
la colza y jamás se ha ocupado de los
indigentes urbanos. Ello no
obsta para que los cabezas de
huevo del PP no deslicen consejos
prudentes en los oídos de Ruíz Gallardón,
aunque ya sepamos que acostumbra a ir por libre. El fondo de la pobreza es insondable, y se puede ser digno tendiendo la mano y durmiendo sobre cartones.
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