En la predemocracia de
Carlos Arias Navarro y la constituyente de 1978 hasta nuestros días no se han
dado casos de corrupción políticas más terribles y abyectos que los
protagonizados por el partido socialista. En cuanto adquirieron el gobierno del
Estado la cúpula del PSOE se entregó a la dulce tarea de asesinar cruelmente a
presuntos etarras y gentes que pasaban por allí. José Luis García Goena, prófugo
del servicio militar, se desangró con las piernas cercenadas por una lapa bajo
su coche. A dos alevines etarras sin la menor importancia como Lasa y Zabala
les arrancaron las uñas torturándoles durante días por los apósitos de cura que
presentaban sus cadáveres, les trasladaron a Levante donde cavaron sus fosas, les negaron la
confesión que pedían, les despenaron con tiros en la nuca y los sepultaron en
cal viva. El buen Juez Javier Gómez de Liaño, otra víctima de Baltasar Garzón,
sabe los detalles de este caso. Con fondos públicos de todos los españoles
encumbrados socialistas financiaron a los sicariatos portugués y francés para esta particular matanza de hombres que
no habían asesinado a nadie y se repartieron para su disfrute personal los
fondos de reptiles del Ministerio del Interior. Antes, desde los despachos de
Ferraz, tendieron una red de extorsión a empresas privadas y públicas para
sufragar el innecesario referéndum sobre la OTAN. Eran urdangarines “avant la
lettre” sin prosopopeya ducal. Los socialistas no quieren hablar de estas cosas
(la corrupción de la sangre y el dinero) aduciendo que son cosa juzgada. Muy
mal juzgada. Y para tapar sus crímenes de Estado dieron en una disparatada
carrera sobre las corrupciones del Partido Popular que nunca ha matado a nadie
ni desfondado el Erario para adquirir fincas, hasta llegar al disparate de los
tres trajes de Federico Camps. Campeones de una corrupción de cine “gore”
insisten en su empeño, y si Camps es inocente no el PP valenciano. Los verdugos
llaman ladrones a los demás y sacan pecho. ¿Por qué no se callan?
No hay comentarios:
Publicar un comentario