En 1975 paseaba por la
plaza de El Aaiun con el Teniente General Federico Gómez de Salazar, Gobernador
militar de Seguia el Hamra y Río de Oro, o Sahara español. La Marcha Verde
marroquí se aproximaba a la frontera que
habíamos minado, irregulares del Frente Polisario hostigaban las patrullas camelleras,
y Franco estaba en una UCI. Hablámos libremente porque la censura
era total y no se podía facilitar la
menor información sobre los sucesos de Sahara. . “Mire, no le
tenemos miedo a un choque con el Ejercito marroquí pero nos han dejado sin logística:
solo tengo dos días de fuego para los carros y la artillería, asì que harè lo
que me manden”. Y le madaron evacuar. Dada la situación política española quizá
lo mejor fue renunciar al mandato tutelar de Naciones Unidas, traicionar al
Polisario y tener la fiesta en paz. José Luis Leal, amigo de la infancia del
Rey, presidiendo la patronal bancaria, me explicaba que la gran preocupación
del Monarca era la ausencia de un sentido de la Defensa nacional entre los españoles.
La necesidad de defender el eje Estrecho-Canarias resulta abstrusa, la doble
alianza con Estados Unidos (OTAN y bases) huele al azufre que esparció Zapateo
y no hay conciencia de la necesidad de nuestros compromisos internacionales, en
Afganistán o Malí.
El “ Príncipe de Asturias” se
desguaza sin presupuesto para remozarlo, solo tenemos operativo un submarino y
el buque de desembarco “Castilla” se lo hemos alquilado a Australia con opción
de compra. En tiempos de recortes Defensa (que da trabajo, transferencias
tecnológicas y exportaciones) ha tocado fondo y sus efectivos pagan la mitad
del rancho. Cualquier rearme es imposible e innecesario, pero el Consejo de
Seguridad Nacional, presidido por el Rey, deberá reordenar la Caja para no
auxiliar a las pateras con esquifes y convencer al país que la Defensa nacional
es una asignatura pendiente desde Trafalgar.
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