Es truco de mal caballero patear el tablero cuando adviertes el
jaque mate. El Virrey socialista andaluz yéndose pero quedándose parece el
habitante de la casa deshabitada o el hombre que nunca existió aunque tenía
hasta novia. Ya se sabe que son las reglas (oxidadas) pero a José Antonio
Griñán ninguna mayoría le votó para presidir la Junta de Andalucía; primero
llegó a dedazo y en segunda instancia formando un frente popular con Izquierda
Unida ante la mayoría electoral de Javier Arenas y el PP. Avisar que te retiras
en tres años es como lo de aquel general bolchevique de la Gran Guerra que
amenazaba a los alemanes con rendirse en seis meses. Cosas tan extravagantes no
son estrategia política sino pisar el hormiguero para satisfacerse malsanamente
en la confusión. Los socialistas morirán de un ataque de primarias, porque
llevan décadas intentándolas y ninguna les sale limpia y democrática, pero que
Griñán se suba al podio y las proclame para elegir a su funcionaria de
confianza, Susana Díaz, puede catalogarse de desvergüenza y de bicefalia.
Siendo Griñán de arraigada familia franquista podía haber designado a un
pariente para sucederle en el 2016, si no cambia de opinión. La situación
emponzoñada en que deja Andalucía sería motivo suficiente para retirarse ya; pero a la Trapa. No
renuncia el perillán a la Presidencia del PSOE, ni para ahora ni para después,
para poder hacerle trenzas a Rubalcaba, que ya es arte. Los provectos y en la
acera de los juzgados haciéndole la revolución generacional a los treintañeros
como si los pirómanos dieran instrucciones a los bomberos. Rubalcaba será
prudente manteniendo su agenda partidaria y no atendiendo los empujones del
cacique de la región-régimen más corrompida de España. Con las elecciones aun
lejos lo peor para el PSOE son unas primarias que serían puerto de
arrebatacapas y vivero de oportunismos. Griñán se va, pero se queda, pero huye
matando.
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