Desde que un homínido se
puso de pié (probablemente una mujer por la morfología de sus caderas y su bajo
centro de gravedad) y desarrolló un cerebro de más de cien gramos, comenzó a
tener conciencia de la muerte. Enterramientos neolíticos muestran tanteos para
resolver ese enigma y en pinturas paleolíticas del sur de Francia se representa
ese inextricable destino inexorable. Los etólogos van más allá detectando
sentimientos mortuorios en los grandes mamíferos marinos y, especialmente, en
los paquidermos. Nuestra crisis irresoluble, la detestable prima de riesgo, es
la seguridad de que vamos a morir, angustia de la que el hombre se consuela
re-ligándose con deidades. El ateísmo es una soberbia intelectual y su
expresión existencialista por Albert Camús ( “ El hombre nace, sufre y muere”)
más desesperanzada que la vida misma. En el 2.500 a.C. los sumerios
descubrieron la escritura y medio millar de dioses para todas sus necesidades.
Y el monoteísmo es anterior a la Biblia: Akenatón, esposo de Nefertiti y padre
de Tutankamón, destruyó el culto a los ídolos adorando exclusivamente al Sol.
No parece que la Ley Wert incluya como obligatoria la enseñanza de este
incansable intento de relacionarnos con un ser superior, tal como buscamos el
bosón de Higgs la partícula de Dios. Estarán condenados al analfabetismo
funcional los educandos que no hayan recibido alguna información somera sobre
que liga las tres religiones del Libro, o
la relacion de Yhavé con el cristo trinitario
y Alá. Por qué las multidivisiones del judaísmo, el cristianismo y el islam. A
qué el cisma entre Roma y Bizancio. Quienes fueron los cátaros y los arrianos,
y por qué los gnósticos no niegan a Dios. Y, por supuesto, algo más que una
nota sobre el catolicismo-cristianismo que ha transido la Historia de España y
Europa. Intentar despejar la incógnita de la muerte no es adoctrinamiento
ideológico como pretenden las izquierdas sino piedra sillar de la cultura.
Parafraseando a Lenin también el social-comunismo puede ser el opio del pueblo.
Sin algún tipo de Re-ligación nos
quedaremos a la zaga de las ballenas y los prosbocideos. Tendremos la cultura del
chófer, que maneja el vehículo pero no sabe como funciona.
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