Si José Bretón hubiera
cometido lo suyo en Houston, el audaz que robó Texas al inepto
general mexicano Antonio de Santa Ana, sus abogados no hubieran tenido
problemas en trasladar el juicio a El Paso o a Amarillo para intentar alejar a
su cliente ( bajo inyección letal) de una burbuja televisiva en la que dan su
opinión desde el policía que le detuvo a una teoría de chamanes, expertos en
inteligencia emocional, comunicación no verbal, lectores de labios y por
supuesto, psiquiatras, psicólogos y hasta psicoanalistas. Doce jurados por sorteo
se han excusado, y yo habría hecho lo mismo por subjetividad, convencido que éste licántropo ultimó a sus hijos para
desgraciar de por vida a una mujer: es parricida, infanticida y misógino
destructor del alma femenina allá donde mas le puede doler. A mayor abundamiento garantista, el jurado lo
componen siete mujeres y dos hombres en
un clima de mal llamada violencia de género al que no pueden ser ajenas las
señoras. Hombres y mujeres pueden tener el mismo criterio de calidad, pero la
objetividad es una flecha lanzada hacia
una diana utópica que se mueve al albur del chau-chau o los medios de
comunicación. El Jurado es anterior al franquismo pero de él tenemos muy poca
práctica y lógicas prevenciones. Salvo
la extremosidad de que nos juzguen por haber robado una carretada de pan para
comer, los españoles prefieren entregarse a magistrados antes que a
conciudadanos sorteados en la sede del
delito. En el caso Bretón en el que no hay cadáveres, ni testigos ni confesión,
y se entrecruzan un error forense sobre unos huesos con una dudosa custodia de
las pruebas, hacen falta profesionales de la Justicia y no un “remake” de “
Doce hombres sin piedad “. Éste lúcido enfermo mental será condenado y en 23
años obtendrá beneficios penitenciarios para dar suelta en la calle a su
venganza de social. Si el incinerador de su propia prole no merece ( teoricamente
) la cadena perpetua revisable es que no
sería aplicable ni al estrangulador de Boston.¡ y nuestros jurados solo se
aíslan para el veredicto!. Todos los juicios mediáticos acaban mediatizados.
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