Estanislao Figueras presidió
el Poder Ejecutivo (Estado y Gobierno) pero no la Presidencia de la I República
Federal, aún sin Constitución, y discurseó a sus paisanos felizmente
federados:” Esto es como el iris de paz y de concordia de todos los españoles
de buena voluntad “. Poco después gritó en catalán a su Consejo de Ministros:
“¡ Voy a serles franco; estoy hasta los cojones de todos nosotros ¡ “. No podía
ser de otra manera. Los diecisiete Estados federados ( incluida Cuba ) se
alzaron insolidarios y autárquicos arguyendo ese derecho a decidir que Artur Mas
cree haber inventado cuando es más antiguo que las pinturas de Altamira. Los
Estados rechazaban la presencia del Ejército Nacional y un enjambre de Sánchez
Gordillo parcelaban las finas ocupadas. En el cantón de Cartagena
(independiente ) la flota intentó izar un pabellón rojo y al no encontrarlo en
los pañoles enarboló la bandera turca. Un sacrificado marinero se rajó un brazo para tintar con su sangre la
media luna blanca. En seis meses de guerra particular Cartagena abrió
hostilidades contra Lorca, y sus fragatas “ Almansa “y “Vitoria” bombardearon
las potencias extranjeras de Almería y Alicante. Apresadas como piratas por los
acorazados “Swiftsure” (alemán ) y Friedrich Carl ( inglés ), los cartageneros
declararon la guerra a Prusia. Una sinopsis de nuestra historia federal debería
ser prueba de selectividad para todo aspirante a concejal o diputado autonómico
o nacional. La última encuesta nacional hace descender a minorías las
aspiraciones independentistas y hasta la credibilidad de las autonomías. En
árabe “ Alcántara “ significa puente, y cuando decimos el puente de Alcántara,
redundamos. En 1978 tuvimos miedo a denominar federal el Estado de las Autonomías,
pero son los mismos, y con mayores competencias que un lander alemán. El
secesionismo y el federalismo no son otras cosas que la expresión del más
cazurro, cejijunto y paleto españolismo
de pandereta.
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