El 23 del corriente mes, Argentina y Chile firmarán en Roma una
declaración de paz y amistad que marcará la recta final en la solución del
diferendo por las islas del canal del Beagle, aguas jurisdiccionales y
proyección en la Antártida.Hace 10 años, los dos países estuvieron al borde de
la guerra, evitada por horas, gracias a la mediación papal. A partir de la
firma del próximo día 23, Argentina y Chile negociarán directamente sin
intermedio vaticano y se espera que en unos tres meses se haya logrado un tratado
definitivo que ponga fin a este foco de tensión en el Atlántico sur.
El joven
canciller argentino, Dante Caputo, acaba de informar al Congreso de los
Diputados que Argentina renunciaba a la soberanía sobre las islas Picton,
Lennox y Nueva y exigía a cambio que Chile se limitara a 12 millas de soberanía
marítima.
El mar de la paz hasta las 200 millas proyectadas por el papa
Juan Pablo II, un mar compartido, sería argentino, aunque ambas naciones
desarrollarían en él importantes explotaciones económicas concertadas.
Parece ser que el
Gobierno de Chile estima insuficiente las 12 millas, al ser más extensa la
plataforma continental de las islas, pero cabría el acuerdo al haberse
demostrado que en aquella plataforma continental no existen yacimientos submarinos
de hidrocarburos.
Algunos
parlamentarios peronistas adujeron al canciller Caputo que el acuerdo
favorecería políticamente al régimen dictatorial de Augusto Pinochet.
Los radicales,
por el contrario, estiman que la paz priva claramente a la dictadura del país
vecino de un soporte bélico externo, aparte de que, tras la aventura de las
islas Malvinas, la nueva democracia argentina quiere demostrar al mundo su
vocación pacifista y constructiva.
El principio de
acuerdo bilateral establecería una línea de demarcación trazada a 12 millas
desde la isla Picton, pasando por isla Nueva, isla Barnevelt y hasta el cabo de
Hornos. El canciller Dante Caputo ha reconocido que Argentina sólo podría
recuperar las islas en litigio mediante una ocupación militar, habida cuenta de
la debilidad de los argumentos jurídicos e históricos en que se basa su
reclamación.
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