El ministro de Defensa argentino, Raúl Borrás, ha cursado una orden
a los estados mayores de las tres armas prohibiendo terminantemente que los
militares en activo formulen declaraciones y opiniones de carácter político a
la Prensa, ni aun consultando con sus superiores. Desde el viernes, las
entrevistas debidamente autorizadas que concedan los militares deberán
circunscribirse estrictamente al ámbito profesional.
La medida fue
adoptada tras las declaraciones del general de brigada Mario Aguado Benítez,
que acaba de tomar posesión como comandante del Quinto Cuerpo de Ejército, a la
Prensa de Bahía Blanca, donde reside su cuartel general.El general afirmó que a
él no le constaba que se hubiera cometido ningún exceso en la represión del
terrorismo. Manifestó tener un gran respeto por el general Bignone, del que
dijo: "No podemos olvidar que institucionalizó el país y dio las
elecciones tal vez más limpias de la historia argentina. Estoy acongojado por
la situación, pero no dejo de reconocer la majestad de la justicia. La justicia
sabrá por qué lo han detenido, y espero que si el general Bignone no resulta
condenado se le den las excusas y reparaciones morales que correspondan. No se
puede ser tan ciego como para alimentar la campaña de desprestigio de las
Fuerzas Armadas".
El general
hablador fue convocado urgentemente a Buenos Aires, y en la noche del viernes compareció
en el despacho del ministro de Defensa. Tras una fenomenal bronca de cincuenta
minutos, el general Aguado Benítez firmó el siguiente comunicado: "En esta
nueva etapa iniciada en el país, reafirmo mi total subordinación al poder
constitucional. Mi convicción, que es la justicia el camino idóneo para
dilucidar las responsabilidades que pudieran corresponder a quienes resultaran
eventualmente acusados de algún delito. Como consecuencia de todo ello no puede
interpretarse que mis palabras hubieran tenido la intención de indicar rumbos o
formular críticas a las autoridades que surgieron, como ya lo expresé, de los
comicios tal vez más limpios de la historia de Argentina".
Un texto
aparentemente increíble para cualquiera que conozca la reciente historia argentina.
Y una primera provocación militar a la democracia, resuelta disciplinariamente
con toda energía: se ha exigido a un comandante de cuerpo de ejército la
acatación pública de su debida subordinación. Y lo ha hecho.
Además ha
trascendido el proyecto del Gobierno radical de disolver los cuerpos de
ejército, auténticos microestados dentro del Estado, dotando al Ejército
argentino de una distribución y despliegue más operativos y menos
prosopopéyicos, además de las medidas ya en marcha de drástica disminución de
la recluta obligatoria y la permanencia en filas.
Acaso por todo lo
anterior, hace cuatro días, el subsecretario de Defensa, un civil, cayó
fulminado en su despacho por un infarto de miocardio. El presidente, Raúl
Alfonsín, acudió apesadumbrado, al velatorio de su colaborador, que sólo pudo
resistir 30 días en su mesa de trabajo. Treinta días que han cambiado al
Ejército argentino.
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