15/1/84

El Gobierno argentino prohíbe a los militares formular declaraciones políticas a la Prensa (15-1-1984)

El ministro de Defensa argentino, Raúl Borrás, ha cursado una orden a los estados mayores de las tres armas prohibiendo terminantemente que los militares en activo formulen declaraciones y opiniones de carácter político a la Prensa, ni aun consultando con sus superiores. Desde el viernes, las entrevistas debidamente autorizadas que concedan los militares deberán circunscribirse estrictamente al ámbito profesional.

La medida fue adoptada tras las declaraciones del general de brigada Mario Aguado Benítez, que acaba de tomar posesión como comandante del Quinto Cuerpo de Ejército, a la Prensa de Bahía Blanca, donde reside su cuartel general.El general afirmó que a él no le constaba que se hubiera cometido ningún exceso en la represión del terrorismo. Manifestó tener un gran respeto por el general Bignone, del que dijo: "No podemos olvidar que institucionalizó el país y dio las elecciones tal vez más limpias de la historia argentina. Estoy acongojado por la situación, pero no dejo de reconocer la majestad de la justicia. La justicia sabrá por qué lo han detenido, y espero que si el general Bignone no resulta condenado se le den las excusas y reparaciones morales que correspondan. No se puede ser tan ciego como para alimentar la campaña de desprestigio de las Fuerzas Armadas".

El general hablador fue convocado urgentemente a Buenos Aires, y en la noche del viernes compareció en el despacho del ministro de Defensa. Tras una fenomenal bronca de cincuenta minutos, el general Aguado Benítez firmó el siguiente comunicado: "En esta nueva etapa iniciada en el país, reafirmo mi total subordinación al poder constitucional. Mi convicción, que es la justicia el camino idóneo para dilucidar las responsabilidades que pudieran corresponder a quienes resultaran eventualmente acusados de algún delito. Como consecuencia de todo ello no puede interpretarse que mis palabras hubieran tenido la intención de indicar rumbos o formular críticas a las autoridades que surgieron, como ya lo expresé, de los comicios tal vez más limpios de la historia de Argentina".

Un texto aparentemente increíble para cualquiera que conozca la reciente historia argentina. Y una primera provocación militar a la democracia, resuelta disciplinariamente con toda energía: se ha exigido a un comandante de cuerpo de ejército la acatación pública de su debida subordinación. Y lo ha hecho.

Además ha trascendido el proyecto del Gobierno radical de disolver los cuerpos de ejército, auténticos microestados dentro del Estado, dotando al Ejército argentino de una distribución y despliegue más operativos y menos prosopopéyicos, además de las medidas ya en marcha de drástica disminución de la recluta obligatoria y la permanencia en filas.

Acaso por todo lo anterior, hace cuatro días, el subsecretario de Defensa, un civil, cayó fulminado en su despacho por un infarto de miocardio. El presidente, Raúl Alfonsín, acudió apesadumbrado, al velatorio de su colaborador, que sólo pudo resistir 30 días en su mesa de trabajo. Treinta días que han cambiado al Ejército argentino.

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