El ex comandante en jefe de la Fuerza Aérea durante la presidencia
del teniente general Alejandro Lanusse, brigadier mayor retirado Carlos Alberto
Rey ha formulado a varios medios de comunicación severas críticas contra sus
camaradas de armas que dirigieron el país desde el golpe de 1976.Subraya el
brigadier la obviedad de que la dictadura argentina cometió notorios abusos en
su lucha contra la subversión y destaca que bajo las presidencias de hecho de Juan Carlos Onganía y Lanusse se combatió
el terrorismo con la ley en la mano. Acerca de la política económica seguida
por sus conmilitones recuerda que en el 1973 la deuda externa argentina sólo
ascendía 6.000 millones de dólares, contra los más de 40.000 millones actuales.
El brigadier Rey,
miembro de la comisión Rattembach que analizó la guerra de las Malvinas y'
recomendó la pena capital para el ex presidente Leopoldo Galtieri y el
almirante Jorge Anaya, se extiende sobre todos los errores profesionales y políticos,
cometidos por la última Junta Militar en relación al archipiélago. Resta
importancia estratégica al mismo y denuncia que cada arma actuará
individualmente según sus propios puntos de vista. Es particularmente duro para
con la Armada, que rehuyó el combate ante la amenza de los submarinos nucleares
británicos.
Sus declaraciones
cobran especial relieve al ser el primer alto jefe militar argentino que tras
las elecciones ha salido al paso de otras palabras pronunciadas por el ala dura
de las Fuerzas Armadas en el sentido de que no hubo represión inmoderada en
Argentina.
La macabra
realidad de cada día ofrece evidencias de notorias monstruosidades cometidas
durante el mandato de las dos primeras juntas militares. Las autoridades
municipales de Córdoba investigan el enterramiento de más de 600 personas en el
cementerio de San Vicente entre 1976 y 1977, bajo el epígrafe NN (Ningún
Nombre), mientras la intendencia de La Plata (capital de Buenos Aires) hace lo
propio con 240 enterramientos NN en su cementerio entre 1976 y 1978.
No obstante son
ya numerosos los testimonios solventes de que fue práctica común arrojar a los
detenidos desde aviones de transporte militar a las aguas del río de la Plata o
al Atlántico Sur.
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