La española Antonia Yáñez
Barros, que cumplía condena de seis años de cárcel, fue puesta en libertad el
domingo en Uruguay. También fueron liberadas otras dos personas que tienen pasaporte
español, aunque las autoridades uruguayas juzgan que no poseen nacionalidad
hispana por haber nacido en Uruguay. Se trata de Sonia Mosquera Villamil y
Manuel Adolfo Silva Feijoo. Quedan ahora en las cárceles uruguayas otros tres
españoles reconocidos como tales por las autorides de Madrid y Montevideo, así
como otras cuatro personas sobre cuya nacionalidad hay desacuerdo, ya que
nacieron en Uruguay, aunque de padres españoles y con pasaporte español. Todo
parece indicar que la liberación del resto de los encarcelados puede producirse
esta misma semana.
Hace menos de un año Manuel
Lorenzo, entonces encargado de negocios de la Embajada de España en Montevideo,
acompañaba hasta el aeropuerto internacional de Carrasco a un tupamaro español,
estudiante de arquitectura, quien supuestamente había construido los modernos
refugios y cárceles del pueblo del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaro.
La Embajada había logrado su liberación a cambio de la expulsión del país. En
la portezuela del avión agitó el puño en alto. Lorenzo, demudado, le gritó
desde la pista: "¡¿Por qué no te metes el puño en el culo?!". Los
policías de la dictadura uruguaya ya corrían hacia el avión de Iberia para
detenerle, pero el piloto -aleccionado por la Embajada- ordenó partir.
Las reuniones mensuales que
mantenían los diplomáticos de Estados Unidos, Canadá, Suiza, Australia, Suecia,
España, Francia, Italia, República Federal de Alemania, Holanda y Dinamarca,
para intercambiar en un grupo
de derechos humanos información
sobre sus presos en los abominables penales uruguayos han sido suspendidas
ahora. Pero aún, en estas vísperas de la total liberación de los presos
políticos, un coche de la Embajada de España se dirige periódicamente a las
cárceles de Libertad o Punta Carretas para que un funcionario mantenga
comunicación con alguno de los presos españoles o se interese por los de origen
español.
Las visitas se hacen en la
hora del paseo de los presos y el automóvil es estacionado de tal forma que
algunos reclusos puedan observarlo -están incomunicados severamente- y deducir
alguna esperanza por la visita de los coches diplomáticos.
Reconocidos como españoles
por ambas partes sólo quedan tres presos por liberar: Germán González Romay, 35
años, nacido en Rianxo (La Coruña), detenido por primera vez en 1969, fugado de
Punta Carretas y preso por segunda vez en 1972, condenado a 28 años; Antonio
Mas Mas, 36 años, natural de Palma de Mallorca, presunto ejecutor de Dan
Mitrione, agente de la CIA en Montevideo bajo el sobrepelliz de agregado
agrícola (su muerte inspiró la película de Costa Gavras Estado de sitio, protagonizada por Ives Montand en el
papel de Mitrione), detenido en 1972 y sentenciado a 30 años de prisión más 15
años de medidas de seguridad (período durante el cual el Gobierno podía
continuar manteniéndolo en la cárcel); José Ramón Serrano Piedecasas,
salmantino de 40 años, a quien se relaciona con la muerte del capitán de
corbeta Ernesto Motto, condenado a las mismas penas que Antonio Mas y que cursó
el bachillerato en el colegio de los salesianos de Salamanca junto a José Luis
Tapia, sustituto de Manuel Lorenzo en la Embajada española en Montevideo, y
ahora encargado personal de su liberación. La española Antonia Yáñez Barros,
ferrolana, de 35 años, militante del Partido Comunista Uruguayo, capturada en
1982 y condenada a seis años de penitenciaría en la cárcel femenina de Punta
Rieles, fue puesta ayer en libertad.
Principio de sangre
Otros cinco, hijos de
españoles pero nacidos en Uruguay, entran en el conflicto entre el principio de
sangre que para la nacionalidad rige en España y el principio de suelo, válido
en las repúblicas latinoamericanas, nutridas poblacionalmente por la
emigración. Son españoles para España y uruguayos para Uruguay. La dictadura militar,
celosa de sus atribuciones, no toleró que siquiera fueran visitados por
personal de la embajada española.Estas personas son Sonia Mosquera Villamil
(liberada ayer), de 39 años, viuda del dirigente tupamaro Adolfo Wassen, que
acaba de morir de cáncer en prisión casi en las puertas de su libertad,
detenida en 1970, fugada y detenida nuevamente dos años después, sentenciada a
22 años y de uno a tres de medidas de seguridad; Eleuterio Fernández Huidobro,
de 42 años, preso en 1969, fugado y vuelto a capturar en 1972, condenado a 30
años y 15 de medidas de seguridad por su supuesta participación, junto a
Piedecasas, en la muerte del oficial naval Motto; Nelly Graciela Jorge Pancera,
esposa del anterior, de 39 años, detenida en 1972 y sentenciada a 28 años y de
uno a tres de medidas de seguridad; Manuel Adolfo Silva Feijóo, el de más edad
y también puesto ayer en libertad, con 58 años, detenido en 1974 y condenado a
ocho años, fue puesto en libertad para caer nuevamente en 1982 y recibir una
segunda sentencia de nueve años, además de uno a tres de medidas de seguridad;
y Elena Vasilskis Castro, de 31 años, apresada en 1972 y condenada a 30 años a
más de cinco a diez de medidas.
A comienzos de febrero y en
la inminente perspectiva de la entrega del poder, la dictadura militar liberó,
tras cumplir ampliamente sus condenas, a los españoles Rubén Bello, Fredy
Guzmán López Platel, Jesús Amador Ponce Sánchez y, Juan Manuel Priegue Castro.
Antes, y tras la visita de los Reyes de España a Uruguay en 1982, otros pocos fueron
liberados con anticipación y expulsados en su mayor parte del país. Uno de los
expulsados espera en Buenos Aires a que el cáncer lo ultime (el sospechoso
cáncer de las prisiones militares uruguayas) y otro, Rubén Pérez González,
mayor de 50 años, cuya única familia es un tío en Vigo, tuberculoso, aquejado
de complejo de persecución, ha sido alojado por la Embajada en un hotel
montevideano en espera de que se calme y de que se le pueda gestionar alguna
ayuda económica estatal.
Otros 61 presos políticos uruguayos
han rebuscado sangre española hasta su enésima generación en procura de algún
apoyo diplomático por precario que resultara.
Todos ellos, en cualquier
caso, se encuentran en la raya de su libertad si no la han recobrado ya. La
mayoría de las libertades se producirá por amnistía (la de todos los que fueron
condenados por resistirse a la dictadura), y el resto (alzados en armas contra
la democracia, antes de 1973, y condenados por ella) recibirá indultos o
libertades anticipadas según su implicación o no en delitos de sangre. La
resistencia de los militares no es tanto a la liberación de estos presos como a
que sean amnistiados -con desaparición del delito- los más conspicuos de entre
ellos, como el jefe tupamaro Raúl Sendic o los españoles Mas, Piedecasas y
Huidobro.
Cruel confinamiento
La coincidencia, al margen
del grado de culpabilidad de cada uno, en que los presos deben salir a la
calle, incluso aquellos que incumpliendo la recomendación de Ernesto Che Guevara tomaron las armas contra la
democracia uruguaya atrayendo a los militares hacia el poder y el golpe de
Estado, se basa en la obtusa y espesa crueldad de su
confinamiento.Repetidamente estos presos fueron inducidos al suicidio,
continuamente se les recordaba que serían destruidos y que jamás abandonarían
sus prisiones, y a todos se procuró debilitarlos mentalmente.
Raúl Sendic permaneció
durante años preso en el aljibe de un campamento militar; a Antonio Mas,
fuertemente desequilibrado, le arrojaban cascos quebrados de botellas por ver
si se cortaba las venas; Nelly Graciela Jorge Pancera contrajo un cáncer óseo
localizado en la columna vertebral, sólo operable en los Países Bajos.
Las Embajadas española y
holandesa se comprometieron ante el régimen uruguayo a trasladarla a Amsterdam,
mantenerla bajo custodia, intervenirla y devolverla a su penal; la dictadura
militar denegó la petición y llegó a ser costumbre de las celadoras de Punta
Rieles zancadillear en los pasillos su ya problemática andadura.
Al siguiente día de la
asunción del presidente Sanguinetti, Punta Rieles fue evacuada y todas las
reclusas instaladas en la central de policía de Montevideo; Antonio Mas fue
trasladado a un hospital de Montevideo donde está siendo reconocido y
medicinado continuamente.
Los doctores que le atienden
han dado garantías a nuestra representación diplomática de que bajo ninguna
circunstancia le darán de alta antes de su liberación. Piedecasas, en nombre de
todos los presos españoles, ha hecho llegar un mensaje de agradecimiento al Rey
y a Felipe González, al tiempo que ha expresado la preocupación de todos ante
la posibilidad de ser objeto de provocaciones a su salida.
Los sentimientos de la
población ante su libertad son contradictorios y oscilan entre quienes aprecian
que los tupamaros fueron la espoleta que activó la dictadura y entre quienes
estiman que de los miles de millones de tiros disparados en América Latina el
menos desperdiciado fue el que mató al norteamericano asesor en interrogatorios
Dan Mitrione.
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