26/3/85

Enrique Iglesias (26-3-1985)

La juez Claudine Lechanu-Forkel, de la fiscalía parisiense ha emitido una orden internacional de captura contra el teniente de navío argentino Alfredo Astiz, de 34 años, por su presunta responsabilidad en la desaparición en 1977 de las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet.
El pasado fin de semana aún no se había recibido en Buenos Aires la orden de detención' francesa que, en cualquier caso, no surtiría efectos en Argentina al haberse, cometido aquí el delito. El teniente Astiz sí podría ser detenido por la Interpol en cualquier otro país al que se desplazara.

El teniente de navío Alfredo Astiz se encuentra actualmente embarcado en el portaviones 25 de Mayo, tras haber permanecido detenido por orden de la justicia civil argentina entre el 8 de diciembre y el 5 de marzo pasados por su supuesta responsabilidad en la desaparición de la adolescente sueca Dagmar Hagelin, también en 1977.

El padre de Hagelin y el Gobierno sueco presionaron a la justicia argentina hasta lograr el procesamiento de Astiz, cuya causa fue objeto de sobreimiento por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas tras reclamar la Armada el fuero militar para el acusado.

Ahora la presión francesa a cuenta del paradero de las monjas Domon y Duquet (secuestradas y seguramente asesinadas por su apoyo a las Madres de Plaza de Mayo) reanuda el problema político que gira en torno a la figura del teniente Astiz, rendidor ante los británicos de las Georgias del Sur durante la guerra de las Malvinas.

Las Fuerzas Armadas argentinas han aceptado tácitamente que sean juzgados sus altos mandos responsables de los excesos durante la represión indiscriminada del terrorismo, pero no admitirán que la aclaración de culpabilidades descienda pormenorizadamente a la gran masa de oficiales y suboficiales que mancharon sus manos con el trabajo sucio.

Así, la primera detención de Astiz, en diciembre del año pasado, motivó una crisis profunda entre la Marina y el Gobierno de la que salió momentáneamente victoriosa la primera. Si Astiz es condenado por sus crímenes -aducirían los militares- quedará abierto el camino para sentar en el banquillo al 60% de los uniformados de las tres armas. No obstante, la publicidad y resonancia internacional del caso Astiz impedirá el sobreseimiento definitivo de las causas abiertas contra ese oficial. Es además un símbolo de la represión militar argentina por su papel desempeñado en la Escuela de Mecánica de la Armada, su infiltración entre las Madres de Plaza de Mayo, sus tareas de inteligencia entre exiliados en la embajada argentina en París y su cobardía posterior en la guerra de las Malvina

Enrique Iglesias nació hace 55 años en Arancedo, en las cercanías de Navia (Asturias); sus padres, campesinos humildes, emigraron a Uruguay cuando él contaba cuatro años. Un pequeño almacén de comercio fue el modesto El Dorado de aquellos emigrantes. Aún vive la madre, a la que el canciller se encuentra muy unido, y otro hermano, ya nacido en la República Oriental.

MontevideoDel nuevo canciller se cuenta en Montevideo una anécdota apócrifa pero que retrata la ausencia de chovinismo del pueblo oriental: que Enrique Iglesias decidió nacionalizarse uruguayo al darse cuenta, un punto avergonzado, de que estaba firmando los billetes del Banco Central con el pasaporte español en el bolsillo. "No fueron así las cosas; cuando fui nombrado presidente del Banco Central en 1967 ya tenía mi documentación uruguaya. Por supuesto que puedo tener los dos pasaportes, igual que podría tenerlos usted, pero yo me nacionalicé en cuanto pude por razones de edad. Lo que sí es cierto es que mi condición de hijo de españoles y nacido en España es muy notoria para la opinión pública y jamás en este país se me planteó el más pequeño problema o recelo por ello, aun cuando firmara los billetes de banco, y espero que a partir de ahora como ministro de Relaciones Exteriores. Somos un país de emigrantes que entiende bien estas cosas".Sus simpatías por su primera patria también son conocidas, y el día de la toma de posesión de Sanguinetti como presidente constitucional, una jornada infernalmente ajetreada, le pidió permiso para acompañar a Felipe González al Hogar Español de Ancianos de Montevideo, en cuyos terrenos el presidente del Gobierno español recibió a la colonia. Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Iberoamericana en 1982, el canciller uruguayo mantiene relaciones personales con el Rey de España, con el que le une: "una amistad muy cálida y frecuentada, una relación muy linda de gran cariño y respeto por mi parte". También es amigo de Felipe González, a quien conoció en Santigo de Chile. Está perfectamente informado sobre la política española y sus dirigentes, y como secretario ejecutivo de la CEPAL (Comisión Económica Para América Latina), con rango de secretario general adjunto de las Naciones Unidas, puso todo su empeño en la incorporación de España al organismo.

Estudió Economía y Administración en la universidad montevideana, mientras trabajaba en la banca privada. En 1961 fue nombrado director técnico de la Oficina Nacional de Planeamiento uruguaya y elaboró el primer plan de desarrollo del país, antes de acceder a la presidencia del Banco Central de la República. Después realizó una excelente carrera como funcionario internacional de las Naciones Unidas, que le llevó a la secretaría ejecutiva de la CEPAL, presidencia del foro del Tercer Mundo, secretaría general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Fuentes de Energía Nuevas y Renovables y la asesoría especial sobre esta materia del actual secretario de las Naciones Unidas. Hombre muy brillante y aún joven, se le tiene por secreto aspirante en el futuro a la secretaría general de las Naciones Unidas, para lo que la cancillería uruguaya le permitiría ensanchar sus contactos internacionales.

Admira a Wilson Ferreira (líder de los derrotados blancos), ha votado por su partido y lo confiesa; pero también mantiene una estrecha amistad con el presidente Sanguinetti, que le ha permitido ser designado canciller por el Gobierno con el aplauso de la primera mayoría de la oposición. "No encontrará usted en toda América Latina otro político como Sanguinetti, tan parecido en sus ideas y hasta talante personal a Felipe González."

A las ocho de la mañana, este hombre, soltero y vivaz, entra en el minúsculo y bellísimo palacio del Ministerio de Relaciones Exteriores uruguayo arrastrando un maletón de documentos, solo, sin escolta, muy lejos de la parafernalia de seguridad y protocolo de la dictadura que acaba de retirarse.

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