2/3/85

Sanguinetti afirma que la dictadura no volverá a Uruguay (2-3-1985)

Julio María Sanguinetti, ganador de las elecciones celebradas el pasado 25 de noviembre, juró ayer como presidente constitucional de Uruguay. Fueron testigos de la ceremonia medio millar de personalidades -ocho jefes de Estado y de Gobierno entre ellas- llegadas de los cuatro puntos cardinales del globo para asistir a la entrada de El Paisito en la democracia. "Esta República, que nació para la democracia, ha vivido 11 años de gobierno de facto, y ello no ocurrirá más", dijo Sanguinetti en el atestado hemiciclo del Parlamento urguayo.

Seguro de sí mismo, sin leer una sola línea, Sanguinnetti reafirmó ante senadores, diputados y representantes de 72 delegaciones su compromiso de defender la democracia recién recuperada por el país. "En todos los casos, toda nuestra voluntad y energía va a estar volcada a ese objetivo supremo", dijo. "Esta República, que nació para la democracia, ha vivido 11 años de Gobierno de facto, y ello no ocurrirá más"."En unos minutos asumiré el mando supremo de las fuerzas armadas", que, dijo, "si han ocupado el poder de la nación, ahora van a defender la Constitución", palabras que fueron acogidas con una gran ovación en el hemiciclo.

"Para los uruguayos la democracia es una verdad de destino", señaló más adelante recordando a Ortega y Gasset para quien tal tipo de verdad "es la que no se discute sino que se asume", manifestó el presidente uruguayo.

Tras reconocer las dificultades que le aguardan por delante al país, Sanguinnetti concluyó su intervención con un canto a la esperanza y a la solidaridad. "Hoy, atravesados los laberintos de la soledad, nos encaminamos hacia una nueva etapa de cooperación y de solidaridad con todos los pueblos del mundo, aquí representados por los mandatarios y estadistas que nos acompañan".

Sanguinetti, cumplió, apenas unos minutos después de su toma de posesión, una de las las promesas electorales, al decretar la rehabilitación de todas las fuerzas políticas y sindicales proscritas por la dictadura. El caso más relevante de estas medidas, es la legalización del Partido Comunista de Uruguay, alineado dentro de la Coalición Izquierdista Frente Amplio, según da fuerza opositora.

Uno de los primeros problemas con que se ha de enfrentar la renacida democracia uruguaya, además del de la grave crisis económica, a la que se refirió en su discurso Sanguinetti, es el recortar los actuales efectivos de las Fuerzas Armadas. Juan Chiarino, presidente de la conservado la Unión Cívica y ministro de Defensa in péctore, aseguró ayer que serán reducidos los 70.000 profesionales que integran el Ejército uruguayo. El primer paso significativo de la política militar del Gobierno de Julio María Sanguinetti será la confirmación en su cargo del comandante en jefe del Ejército, teniente general Hugo Medina.

Pactos previos a las elecciones democráticas suscritos en el Club Naval de Montevideo entre las fuerzas armadas y los partidos Colorado, Unión Cívica y la coalición de izquierdas Frente Amplio establecieron la garantía castrense de que los jefes de las tres armas permanecerán en sus puestos hasta finales de este año.

No obstante, el general Hugo Medina dejó hace una semana estupefactos a los uruguayos declarando que si se volvieran a producir las circunstancias políticas de 1973 los militares volverían a dar un golpe de Estado Vaya en honor de la verdad que el general Medina ha probado repetidas veces no saber expresarse en público y que fueron los periodistas quienes, acorralándole con sus preguntas, obligaron al jefe uruguayo a expresarse con sinceridad. Fue una torpeza más que una provocación. No obstante, la permanencia o no de los actuales comandantes en jefe indicará el grado de tutelaje de las fuerzas armadas sobre la democracia renacida.

El debate sobre la amnistía

Muchos otros detalles confirman este tutelaje, como la imposibilidad de sancionar rápidamente la amplia amnistía política o el hecho de que los dos jefes de la oposición, líderes de sus respectivos partidos y jefes de sus minorías parlamentarias, Wilson Ferreira (Partido Nacional) y general Líber Seregni (Frente Amplio), no hayan podido ser legisladores ni puedan aparecer en el futuro inmediato en el Parlamento. Antes de finales de año la legislatura debe proceder a reformar la Constitución y hacerla sancionar en referéndum; muchos esperan la ocasión de reparar la injusticia histórica cometida con los dos hombres que firmemente resistieron la dictadura, uno desde la cárcel, otro desde el exilio.

Respecto a la amnistía, el debate parlamentario ha quedado interrumpido en sus comienzos por los fastos de la toma de posesión de Sanguinetti. El Gobierno ha presentado al Parlamento un proyecto de pacificación nacional, que excluye explícitamente a los condenados por homicidios intencionales consumados, por los que fueron condenados en juicios irregulares -más de 3.000 personas fueron sentenciadas durante la dictadura por los tribunales militares- muchos de ellos, tupamaros todavía en prisión. A pesar de ello, ayer Sanguinnetti manifestó ante el Parlamento su esperanza en que llegue a predominar un espíritu de pacificación.

El presidente Sanguinetti, acaso forzado por el alud de votos derechistas aportados a su triunfo por el ex presidente Jorge Pacheco Areco, prepara un Gobierno fuertemente conservador.

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