Interesa la autarquía
energética de Islandia por la geotermia, los cafés con libros, el
restaurante giratorio sobre el Parlamento de Reikiavick, el gusto por aprender nuevos idiomas en los
largos días nocturnos y un feminismo sin
cuotas con los hombres pescando bacalao. Los astrofísicos saben más de Alfa
Centauro que los europeos meridionales
de la tierra de hielo, excepto cuando un volcán
cierra el espacio aéreo del continente o cuando quiebra el país. Hace dos años la presión popular derribó al
Gobierno conservador de Geir Haarde y
arrasó en las elecciones la coalición
Alianza Socialdemócrata- Movimiento de Izquierda Verde capitaneada por la
azafata y hoy Primer Ministra Johanna Siguroardottir. No pagó la deuda ( Reino Unido y los
Países Bajos ), alegando ilícitos
financieros. El FMI congeló las ayudas
y, por referéndum, ratificó la
morosidad. La aeromoza es más: fue Ministra de Asuntos Sociales con cuatro
gobiernos y disfruta de una aceptación social
del 73%. Nacionalizó los principales Bancos y llevó a juicio a banqueros
y altos ejecutivosl, ha abierto Asamblea Constituyente y legislado insólitas
garantías informativas. Johanna no es una revolucionaria, y patrocina el
ingreso de Islandia en la UE y en el
euro, pero, escrito en lunfardo , es una “remamahuevos “. Como Zapatero, se empeñó en superar la unión civil de los
homosexuales, otorgándoles el
matrimonio, e hizo algo consecuente que
todavía no ha hecho nuestro Presidente: divorciarse de su marido con quién tiene dos hijos y casarse en su propia ley
con Jonina, una linda periodista.
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