Hace diez años el entonces Presidente, José María Aznar, siendo su Ministro de Defensa, Federico Trillo, suprimió el servicio militar obligatorio, imperante desde 1770. Antes que se
materializaran las brujas de los GAL y los fondos reservados, había discutido hasta el enojo con principales socialistas. Ya estaban en la ingeniería social
y contemplaban impávidos las olas de los insumisos que acababan en la cárcel. Numantinos e ideológicamente avejentados, estimaban que la “
mili “ era el crisol donde renacían los muchachos
de las españas. Teorema literalmente franquista, con el añadido discriminador y elitista de las Milicias Universitarias.
Adolfo Suárez, antes que le alcanzara la niebla, propuso un servicio de armas
de tres meses, y se rieron de él sugiriéndole un fin
de semana en filas. En Argentina encontré la definición de la “
mili “: La “Colimba “ ( “ corre, limpie
y barre. Todo lo que está quieto se pinta y todo lo que mueva se saluda, aunque
sea un caballo “ ). La derrota en
Malvinas les enseñó que nada tiene que hacer un Ejército de conscriptos ante otro
profesional. El Ejército voluntario es
caro; y más onerosa la elefantiásica división acorazada “
Brunete Nº 1 “, fábrica de averías, con blindaje de manteca,
y que sólo servía para acojonar Madrid. A Trillo le insultaron y zarandearon parientes del “ Yacolev “ como
si fuera un militarista deshumanizado. A Aznar
le llamaban asesino por hacer en Irak lo mismo que Zapatero quiere hacer
en Libia. En éste aniversario hay que
recordar el rancio
militarismo del PSOE y el
sentido común de Aznar.
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