Las fiestas taurinas de
agosto se saldan cada año con las mismas sangrías funerales en un recordatorio
de que el hombre no tiene enmienda. No se trata de prohibir o no el toreo que a
la postre es arte que realizan los profesionales, sino de jugar con toros
resabiados de tanto ir de pueblo en pueblo como ese “ Ratón “ que sube su caché cada vez que
ensarta a un cristiano. Los mozos pagan más si aumentan sus posibilidades de
morir. En ésta fauna el único animal inteligente es “ Ratón”, que ni siquiera
es asesino como le tildan, sino un noble bruto que se defiende con diligencia
de los fantasmas que le acechan. En Cataluña se da mucho eso de prohibir la
tauromaquia y aplaudir esto de desparramar la muchachada entre los toros para
hacer recortes que no saben driblar. En el colmo de tanta vulgaridad llegamos a
que en los encierros los toros estresados se maten entre sí. Nadie que tenga
alguna sensibilidad hacia éste animal totémico puede quedar indiferente antes
estas sudorosas y agrias muertes a cornadas por imbecilidad o borrachera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario