Aprovechando la circunstancia de mi doble nacionalidad ( y residencia fiscal en España )en ocasiones puntuales me hago pasar por porteño, de Buenos Aires, la gran
ciudad austral, la Reina del Plata, que pese a sus problemas políticos
congénitos sigue siendo un remanso de cultura. Siempre miré con ternura a los infantes con sus batitas blancas para camuflar
las diferencias sociales izando la bandera blanquiceleste en su escuela y cantando el himno nacional
antes de iniciar las clases. Madrid fue bien definido por un poeta comunista
como el rompeolas de todas las Españas
y, ya en la paz, es una ciudad cosmopolita. Si los bilbaínos presumen de nacer
donde les da la gana, los madrileños nacemos en todas partes, y yo en Chamberí.
Pero niego el carácter libertario y
antiopresor del “ Motín de Esquilache “, símbolo del más ruin casticismo. El Marqués
de Esquilache fue un italiano ilustrado
que quiso acabar con los embozados que ocultaban espadas para dar estocadas por
encargo: un sicariato. A veces despunta Madrid la modernidad de La Posada La Soga donde los huéspedes dormían en el suelo con la
cabeza reclinada en una cuerda que se cortaba al amanecer, o el espíritu
truhanesco del tan cantado Luis Candelas. Madrid, poblachón manchego, como lo
definía Camilo José Cela, asoma de
pascuas a ramos su pelo de la dehesa como en ocasión de ésta visita papal.
Benedicto XVI es mayor y estaría mejor en Castellgandolfo estudiando
y escribiendo lo que le gusta, que viniendo a Madrid a pastorear un
millón de jóvenes entre pellizcos de monja y hasta reparos oficiales. Que los
indignados hagan ruido va en su inercia,
pero mienten con los gastos de estas jornadas
porque las cuentas del Papa son
las del Gran Capitán y no se contabiliza lo que cuesta que Madrid abra las
primeras de los periódicos nacionales y los telediarios en todo el mundo. Sólo
desde el catetismo puede impugnarse la
visita por onerosa, cuando va a engordar el sueldo de los Guardias Civiles,
policías nacionales y municipales. Gastamos en la seguridad de Michelle Obama y
hoy el turismo estadounidense en Málaga
ha crecido casi un 34%y el hotel “ Villapadierna “ está al completo.
Desconocía la existencia de una
asociación de ateos y librepensadores
que recuerda a los caballeritos de Azcoitía retratados por Pío Baroja. El ateo
es un militante del deísmo y dedica su vida a negar a un dios sin el que no
puede existir; es un fundamentalismo de la negación. Son encomiables los
agnósticos, nada soberbios, que reconocen su limitación para creer o descreer.
Los partidarios del libre examen no se qué pintan en ésta paletada de insistir en
ir a Sol, para pisar las pisadas del Papa, y rechazan Lavapiés, quizá por ser
un barrio multicultural e inmigrante. Y tal como el Gobierno legisla lo que le
permiten los votos, el Papa hace apostolado católico porque no nos visita para
vender gaseosas. En París, Londres, Berlín, Varsovia, o Washington no se daría
ésta catetada que da vergüenza ajena a los que, a veces, nos hacemos pasar por
argentinos. Es mentira que haya dos Españas porque si existieran todos nos
habríamos ido a la otra.
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