7/8/11

NUNCA MAIS (7-8-2011)

José Sócrates, Primer Ministro portugués, dio a su vecino y compañero de cuitas, una lección magistral. Presentó al Parlamento un plan de ajuste de caballo, se lo rechazaron, dimitió del Gobierno y la dirección del socialismo luso y  adelantó las elecciones para que tallen otros como el centro- derecha. Zapatero, en las mismas, adujo que el anticipo electoral portugués no había resuelto la crisis, que es como decir que abandonando el barco no por ello deja de zozobrar. Se rectificó a sí mismo y, como le es habitual, hizo sus deberes tarde y a medias. No se presenta aunque se mantiene como Presidente y Secretario General del PSOE. Zapatero es todo un personaje de esos que toman entre sus manos un problema minúsculo y lo convierten en la Batalla de Stalingrado.  En el Cono Sur americano los llaman mufa ( gafe ) y en versión aliviada  remamahuevos. Entretenido con lo que le gusta, la unión homosexual como matrimonio,  el aborto a los 16 años sin consentimiento familiar, la paridad obligatoria de géneros ( que no cumple con su Gobierno ), la muerte abreviada, el adoctrinamiento escolar, la rebaja del nivel educativo para que los adolescentes no se estresen u otra ley de libertad religiosa para que se  fastidien los obispos, la ley de dependencia que no se puede aplicar, el cheque-bebé ajusticiado a las corridas, la geometría variable para satisfacer a los nacionalistas  y aislar al PP con un cordón sanitario,  la negociación incondicional con el terrorismo, la reescritura de la guerra civil y una alianza esotérica con los bárbaros ayatholás medievales de Irán, se olvidó de la Economía y la Política exterior, dos arabescos laterales y prescindibles. Zapatero parece predestinado a habitar el lado oscuro de los acontecimientos. Se aupó como figura pública con desgracias ingratas para todos  como la catástrofe del “ Prestige “ y la segunda guerra de Irak. Ganó sus primeras elecciones sobre doscientos muertos y más de mil heridos y mutilados y nos deja con cinco millones de parados y bordeando la suspensión de pagos.

Esta semana hemos recorrido el final del camino de casi ocho años de graciosas improvisaciones llegando al pánico escénico de una deuda que se aleja peligrosamente del baremo alemán de referencia. Nos venden el dinero que no tenemos por encima del seis por ciento porque nadie está seguro que lo podamos devolver. Un gabinete de crisis con Zapatero, la ingeniera Elena Salgado y el bachiller Pepiño Blanco causa pavor. Hasta el Rey ha tenido que hacer una advertencia. El cantamañanas sicalíptico de Berlusconi ha consensuado un ajuste, mientras nuestro Presidente telefonea a Rajoy, quizás para invitarle a su 51 cumpleaños. Lo más sorprendente es que los socialistas aspiren, aunque sea remotamente, a continuar en el poder. El candidato forma parte del imaginario español desde hace tres décadas y, aunque sea químico, no tiene la pócima. La política que no ha querido hacer el PSOE porque no conviene a sus intereses demagógicos, tendrá que hacerla Mariano Rajoy y sus huestes tapando agujeros a cambio de impopularidad. Herencia envenenada. No nos rescatan porque somos un bocado mediano imposible de digerir por Angela Merkel o el Banco Central Europeo que bastante hace comprándonos una deuda dudosa, y nuestra caída podría llevarse por delante a Italia. Pero estamos técnicamente sin liquidez. He vivido eso en América como si yendo atrás en el tiempo hubiera caído en la República de Weimar: los precios no subían por semana sino por horas, podía higienizarme el culo con billetes de un millón de pesos sin valor, y los jubilados  cobraban en bonos del Estado pagaderos a tres meses. De esa miseria sólo nos salva el euro en el que nos metió el abominable José María Aznar, espejo de todas las perfidias. Mirando los muros de la patria mía hoy el lema cívico es aquel  zapateril sobre el chapapote gallego: Nunca  Mais.  

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