Alberto Ruíz Gallardón me enseñó un método de seguimiento de Felipe
González: le escuchabas en la tribuna y te arrebataba de entusiasmo, pero luego
leías lo que había dicho y caías en la cuenta de que no había propuesto nada.
El caso es que Felipe tenía el don del
comunicador y podía vender guantes a los mancos. No le llamó Dios a Zapatero
por el camino de la interrelación con el público. Como orador no capta a sus
oyentes y sus discursos leídos huelen a refrito de varios ministerios. El
Presidente ausente mejora en las dúplicas, en las réplicas, cuando improvisa.
Ayer apareció en el Congreso como ectoplasma de sí mismo y planteó dos cosas
tarde y mal, tal como acostumbra:
constitucionalizar el techo de
gasto, como Alemania, y lograr un equilibrio fiscal que no retrase la creación
de empleo. Mariano Rajoy ponía cara de Santo Job quejándose blandamente que por
proponer hace un año lo primero le puso
Zapatero como no digan dueñas, de catastrofista y milagrero constitucional. Hay asuntos que
Zapatero no entiende hasta que no se los explica a gritos Angela Merkel. La
fiscalidad y la creación de empleo no la entendió ni la socialdemocracia sueca
de Olof Palme cuando el dramaturgo y cineasta Igmar Bergman, que era un
solidario, se exilió en Dinamarca por no pagar la exenciones
fiscales de su país. La fórmula socialista es G+I: gasto más ideologización.
Como siguen siendo keynesianos creen que
el Estado crea empleo, como el disparatado “ Plan E “
y la ideología es el cemento de los desequilibrios fiscales.
Te congelo la pensión pero te doy aborto a los 16. El fantasma nirectifica ni
se excusa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario