Estando técnicamente en campaña electoral desde antes del verano
ésta tenía que ser la liza más mezquina de nuestra democracia, tal como el
Presidente saliente y silente se deja humillar en público por su sustituto en
la brega política. Tierno Galván no leía el programa de su partido por considerarlo
irrelevante, y sabemos que las promesas
políticas se fabrican con materiales de aluvión. Todo empeora cuando el PSOE no
presenta un candidato a la Presidencia del Gobierno sino a la Secretaría
General del partido, que es lo único a que puede aspirar Rubalcaba. En ese
espacio ucrónico cabe toda la vileza, demagogia, populacherismo y peronismo que
se le puede inferir al desarmado votante, como usar la fiscalidad como
mercadoctenia electorera. El PSOE creyó que subir los impuestos era de
izquierdas, luego que bajarlos era
progresista y ahora que da igual reponer lo que quitamos ayer, como el
impuesto al Patrimonio, ilegal tributo doble. Con el Partenón en el paisaje
ninguna cantidad es desdeñable, pero lo que obtendría Rubalcaba con esa
exacción no alcanzaría para becas
Erasmus y menos para empleos juveniles. El PSOE pasa de los efectos ( Borrell,
Rubalcaba ) a los síndromes, y ahora toca el síntoma Robin de los Bosques porque Elena Valenciano no supera sus lecturas infantiles. Probablemente
el arquero de Sherwood nunca existió
pero las leyendas orales indican que el sheriff de Nottingham tenía razón
porque el rufián robaba a los ricos y a los pobres. Lo que importa es que
Rubalcaba se perfume de romanticismo anticapitalista para virar a la izquierda
lo que quede de éste socialismo tras el parto de nalgas de noviembre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario