Como en RTVE mandan rotativamente los consejeros para impedir que
alguien dirija el ente, en las dos cadenas se producen fenómenos paranormales,”
polgeirst”. Por la primera se materializan extraños reportajes sobre Adolfo
Suárez, la Transición política o el 23-F sin que venga a cuento ni encuentren
hilación alguna con la programación y la actualidad. En procura de las
televisoras telemáticas puedes pasar por la 2 con temor porque cada tarde están
asesinando a García Lorca y te estropean la dulce somnolencia postprandial.
Será que repiten capítulos o han utilizado muchos ” flash-back ” pero siempre
veo al sosías de Federico ante su cita irremisible con el Barranco de Víznar,
como si su existencia apasionada, artística, entregada, pasional, de piano y poema
careciera de sentido sin los fusiles de Granada. Cada cuatro años la izquierda
sedicentemente misógina y homófoba, saca
en procesión a tan alanceado poeta, como aquel locutor que pidió no votar al
Partido Popular porque eran los asesinos de Lorca. Ante los exhumadores
progresistas, la ley de memoria histórica y los lorquístas que darían una mano por su calavera, la
familia García Lorca ha sido ejemplar en su empeño de desactivar el circo
político en torno al mártir. A Federico le ampararon los hermanos Rosales,
jefes de la Falange granadina, y Luis nunca se perdonó haberle dejado solo con
las mujeres. Luis Rosales conocía todo sobre la muerte de su amigo y debió
comunicar a su familia hasta el lugar exacto del enterramiento que aquellos no
quieren desvelar. Les han acusado hasta de traidores por no remover la huesa.
El poeta está mejor así que bajo una lápida igualitaria y a cada elección la
izquierda sin atributos le procesiona como
talismán.
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