Llegó a Napoleón noticia de
una modesta agitación en la siempre inestable
Polonia y mandó en observación a un general con fama de prolijo con unos
escuadrones de caballería. El espadón
entró en la capital, incendió barrios sospechosos de turbulencias, fusiló a
principales desavisados, puso grilletes a quién le plugo, e hizo correr la
posta hasta París con el recado famoso: “Sire. La paz reina en Varsovia “.Aquel
optimista bien podía haberse llamado Rubalcaba de quién Felipe González supone
que “….es una especialista en crear problemas para luego resolverlos”.
Apologetas y detractores del candidato del Gobierno se impelen al exceso
recurriendo a Fouché, Tayllerand o Maquiavelo y, cuando se calienten los días
electorales, se acudirá a Rasputín, Fu Man Chú, al doctor Moriarty, Pímpinela
Escarlata y Fanfán la Tulipe. ¡Qué bachillerato habremos estudiado!. “El hombre más inteligente en más de un siglo
de socialismo“; Bono, otro que tal. Insisten en que duerme cuatro horas. De eso
presumía uno ante Unamuno, que era dormilón, y le precisó: “Pero yo el resto
del día estoy despierto “. Trabaja quince horas diarias toda la semana; desde
la muerte de Stajanov él “workaholico” se considera asunto de desorganizados,
ineptos para dirigir equipos o gente que no quiere regresar a casa. ¿No hay quien ofrezca otra imagen del
candidato que la de un excéntrico metomentodo compulsivo en agitación
perpetua?. Por eso ni se acuerda de quien congeló las pensiones. Como la
campaña viene de amenazantes tijeras cortadoras ZP podía haber convocado
elecciones, de mucho miedo, el 1º de noviembre:
Halloween. Entre el contador de
nubes y el neutrino veloz acabaremos más tronados que el pacificador de
Varsovia.
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