Como todo el mundo sabe y
nadie ignora el tacto de codos con ETA comenzó en vida de Franco sin que este
lo supiera. El teniente coronel San Martín, jefe de los “Servicios” de Carrero
Blanco, intentaba penetrar indagatoriamente a la banda cuando esta acreditó su
profesionalidad asesinando al almirante y jefe del Gobierno. Durante la
transición a la democracia los artífices de Bildu y todas las franquicias
buscaron la involución política dando muerte a más jefes y oficiales que los
que hubieran caído en una guerra abierta. Antes de llegar al poder en 1982 los
socialistas ya habían decidido comerse a los caníbales y mantuvieron su tesis
calcada de los “barbouzes” gaullistas contra la OAS, hasta que lo
intrínsecamente perverso se les fue de las manos entre chapuzas e impericias.
“A ver si te crees tú que estas cosas se hacen con catedráticos de Filosofía”,
me decía un ministro del Interior del PSOE. Los GAL estuvieron en el comienzo y
no en el final del felipato. Desde la pantomima etarra de las conversaciones de
Argel es obsesión socialista un acuerdo con la banda a cualquier precio, y como
ETA lo sabe puede prolongar la negociación hasta que se enfríe el infierno:
pista de aterrizaje para hacer política, amabilidades penitenciarias, amnistía
encubierta mediante indultos individuales, extrañamiento de los carniceros más bestiales hasta que cunda el olvido, y
mucho dinero público para los que necesiten o quieran instalarse en el
extranjero. Desde México a Argentina he visto bastantes. Cuando lo deseen harán una entrega simbólica
de las armas y olvido para todos hacia la independencia de euskalerría. Eso es así, como que Patxi será el secretario
socialista para seguir la misma ruta.
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