En Las Pampas cuando se encuentran los gauchos, descabalgan,
hienden el humus con el facón e introducen dos boleadoras para que se atoren
tirando de ellas, y la tercera la entrelazan a un arreo del pingo porque no hay
árboles ni piedras en aquellas inmensidades de vértigo horizontal. Matean con
agua fría y conversan largamente de bueyes perdidos. “Perseguí tres días a un buey que se me perdió…”. No
son naderías sino el respeto obligado al desconocido orillando intimidades o
territorios verbales molestos. No precisamente por cortesía gaucha los
dirigentes socialistas ya solo hablan de bueyes perdidos. Mi amigo Rubalcaba, secundado por Elena Valenciano
(cuyo club de fans presido) y Susana Díaz (tras redecorar el despacho) nos ilustra
sobre la idoneidad de que el Rey hubiera recurrido a la medicina pública. Así
los piquetes sindicales podrían haberle dado la cencerrada de pedirle que se
fuera a la privada como hicieron con Cristina Cifuentes. Pero no hay problema:
siempre quedara una manifestación para reprocharle que se opere como algunos
pudientes. Zonzeras propias de analfabetos funcionales en prácticas de hombres
y mujeres de Estado. El cerebrazo de la señora Valenciano nos ha descubierto
que el triunfo electoral de Angela Merkel prueba la modorra europea. Ni
siquiera considera nuestra líder que la Canciller forme Gobierno con los
socialistas alemanes, correligionarios con los que, probablemente, ni habla.
Alivia a la número dos del PSOE el que Rodríguez
Zapatero, el hombre más inteligente de España, calificara a frau Merkel de
fracasada tras su primera victoria. Lo que natura non da, Salamanca non presta.
A los que creemos en la necesidad de un partido socialista fuerte, democrático,
no sectario nacional y coherente, nos alivia al menos Felipe González diciendo
llanamente lo que no afirma su partido: que la independencia de Cataluña es
imposible. Por eso y por todo lo demás no es de extrañar que en la calle de
Ferraz no lo quieran ni de visita. Con esta manga de desorientados socialistas
con ínfulas éticas de guardarropía solo cabe hablar de bueyes perdidos.
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