A un presidente de la entonces Republica Federal Alemana le
hicieron una pregunta aviesa: “¿Ama usted a su patria?”.”No (contestó); amo a
mi esposa”. Se zafo así de las trampas nacionalistas de un país joven de
cíclica y atormentada Historia desde Bismarck, la guerra franco – prusiana, dos
guerras mundiales, el tratado de Versalles, la Republica de Weimar, el nazismo,
la división militarizada y unas fronteras móviles roídas por la en su día URSS y
la actual Polonia. Territorialmente
Alemania perdió todo lo que deseaba adquirir. A Alemania también se la podría
aplicar la máxima churchiliana de que tiene más Historia de la que pueda
consumir. Los independentistas catalanes
(o vascos) acabarían en un nosocomio para políticos si tuvieran que administrar
esa herencia centroeuropea. La ocupación aliada de Alemania occidental no solo
conllevo el Plan Marshall ( ex jefe de Estado Mayor americano durante el
conflicto) sino la prohibición del Partido Nacional Socialista de los
Trabajadores Alemanes (NSADP), aunque la desnazificaciòn fue arbitraria. Rusos
y estadounidenses se disputaron militares y científicos nazis para sus propios
intereses nacionales, y miembros de las SS extraídos de las clases medias no fueron
perseguidos y ostentaron cargos públicos tan relevantes como el Presidente Kurt
Georg Kiesinger que lució la calavera con las tibias.
Y en la RFA el Partido
Comunista fue invalidado dos veces, en 1946 y 1956 y hoy existe como fuerza
marginal extraparlamentaria, el 0,3% de los votos federales y sin
representación en ningún Land o Estado federado. En Alemania no ha funcionado
emboscar el PC en el paisaje con Izquierdas unidas o plurales. La reunificación
proporciono una cabeza de turco: Erich Honnecker, factótum comunista de
Alemania Oriental, aquel de la fotografía besándose apasionadamente en la boca
con Breznhev, aunque vaya en descargo de este ultimo que éntrelos varones rusos
el beso labial carece de connotaciones sexuales. Honnecker hubo de huir a Moscú
y refugiarse en la Embajada Chilena del social-marxista Clodomiro Almeyda,
regreso a Berlín y tras un año de prisión fue autorizado a exiliarse en Chile
sin ser juzgado, donde vivía su hija y falleció de un cáncer hepático. La
política aliada occidental para salir del nazi fascismo europeo fue la
Democracia Cristiana: Konrad Adenauer en media Alemania y Alcide de Gásperi en
Italia. Nuestro sociólogo Juan Linz, asentado en Harvard, pronosticó lo mismo
para el postfranquismo, pero el bueno de Joaquín Ruiz-Gímenez no obtuvo un
diputado en las primeras elecciones generales. Empero, los desastres de los
partidos democratacristianos no han afectado al CDU alemán y su socio el CSU de
Baviera. La democracia Cristiana alemana
ha gobernado más tiempo que los socialdemócratas del SPD, comparte el voto de
protestantes y católicos, de clases medias y empresarios en general. Los
sindicatos tienen prohibida la huelga general y la financiación pública aunque
la sindicación es obligatoria para obtener un empleo.
Su sistema electoral es un mixto endiablado difícil de resumir. No
cabe concurrir en coalición y para ingresar al Bundestag (cámara baja; el
Bundesrat o Senado tiene la representación de los Lander) es preciso el 5% del
total de votos para evitar la fragmentación parlamentaria. Los alemanes van a
votar listas abiertas en las que puede presentarse cualquier ciudadano con el
solo aval de doscientas firmas de su distrito. Al tiempo vota las listas
cerradas de los partidos. El Tribunal Constitucional Federal puede prohibir
cualquier partido “que persigue la abolición del orden fundamental
liberal-democrática”. El partido que no concurra por seis años a las generales o a los Land, es
disuelto, lo que evita organizaciones políticas durmientes.
El Partido Democratico libre agrupa a los liberales, que no solo
han socorrido al centro-derecha o a los socialdemócratas, cuando han precisado
de pactos legislativos, sino que tienen vocación de partido-bisagra. A la
izquierda liberal se encuentra Alianza 90, Los Verdes, en alza y también
coqueteados por los grandes partidos, hasta el extremo que Ángela Merkel
decreto una moratoria nuclear por si los necesita en estas próximas elecciones.
La Izquierda, comunistas sin cafeína, es el quinto partido y los entrañables y
gamberros del Partido Pirata cuentan con
un diputado, tránsfuga del socialismo. La lógica de las cosas indica que la
Canciller Ángela Merkel podrá formar Gobierno con unas o otras ayudas. En
España no queremos trabajo a tiempo parcial y en precario, pero los alemanes
saben muy bien que es un “mini-job” y creen, erróneamente, que la crisis la
están pagando ellos sufragando a vagos e incompetentes y países- marranos del
Mediterráneo. Es lógico que la señora Merkel pierda votos, y el indicativo son
las elecciones bávaras de hoy donde el
aliado CSU tiene que obtener la mitad de los sufragios para mantener su
hegemonía histórica en el Land y su apoyo en Berlín al partido hermano.
Sea como fuere en Alemania no existe el concepto de la “derecha”,
insolidaria y destructora de las redes sociales de contención contra la
pobreza. Su cultura les permite recordar que en la última década del siglo XIX
fue precisamente Bismarck, muy poco socialista, quien sentó las bases de
compensaciones por enfermedad, viudedad, horfandad, intuyendo lo que luego
entenderíamos por estado del bienestar. Autoritario, si, pero con la
legislación social más avanzada de su época. Es de lamentar que la izquierda
española se haya quedado intelectualmente en Prusia. Si Ángela Merkel obtuviera
apoyos para gobernar sola tendría en su agenda uno de los tabúes españoles: el
recorte de competencias de los Landers
por onerosos, corruptos, nepotistas
y poco eficaces. No en balde hay quien sostiene que los alemanes son
extraterrestres. ¿ se imaginan la Gross Koalition que fue en Alemania pero
entre el PSOE y el PP?. Nos quedaríamos en estado de estupefacción bovina.
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