22/9/13

EL HOMBRE DEL CIGARRILLO (22-9-2013)

Cuando Barack Hussein Obama llegaba a su domicilio de Chicago sorteaba a las niñas y en     el pasillo tiraba la chaqueta, la corbata y la camisa, para, llegando al dormitorio,  sacarse los pantalones, los calzoncillos y los calcetines que arrojaba a los pies de la cama. Michelle (Robinson) trabajaba más que él, era socia del principal  bufete de abogados de Chicago, la jefa del que llegaría a ser jefe, y en casa iba recogiendo la impedimenta que su marido jurándole una muerte cruel por cada prenda por cada prenda. Así lo contaba a una revista de Illionis cuando aun tenía poca fe en el patrocinio de su esposo y ni siquiera sintiéndose estadounidense hasta la elección presidencial del Primer Presidente afroamericano. Entre las peculiaridades de Obama figura también la de ser un fumador compulsivo, de quienes los médicos llaman  “en cadena”, y le prometió a Michelle librar de humos el Despacho Oval. Tales fumadores somos  hipócritas y aunque los asesores y relaciones públicas limpian de ceniceros de los aposentos de los próceres, Zapatero  y Artur Más, llenaron de colillas hasta los floreros en aquella noche de walpurgis en que enredaron la política catalana. Elena Salgado como Ministra de Sanidad le sacó un puro de la boca al Rey Juan Carlos en un viaje de Estado, aduciendo que el avión de respeto,  era un espacio público. Y no parece que el Presidente Mariano Rajoy haya prescindido de sus puros aunque no haya fotografías al respecto; el señor Adelson quiere  anular el proyecto  Eurovegas precisamente por el problema de la prohibición de fumar. En cualquier caso los altibajos de Obama, la gran esperanza negra, denotan la nerviosa dependencia del tabaco o  la falta de serenidad interior que proporciona la ausencia de nicotina en el cerebro.  Lo mejor de Obama ni siquiera fue la imagen rompedora del afroamericano sino la constitución de un grupo de jóvenes de un  equipo para su primera elección que rompieron con todas las tradiciones establecidas usando masivamente las redes sociales para elaborar los mensajes y recaudar dinero dólar a dólar. Además reclutó  ejércitos de voluntarios y un brillante redactor de discursos ( hoy, en el negocio de la publicidad )  que fue quién acuñó el :“yes, we can”( si, nosotros  podemos), con  aire de salmo evangélico, que lo llevaría a la Casa Blanca demostrado que no siempre se puede. No pudo cerrar el limbo jurídico de la prisión de Guantánamo porque los programas electorales  no son leyes. Su proyecto estrella fue: el de la Sanidad Integral, salió convertido en agua de borrajas por siete votos en la  Cámara de Representantes y dejando fuera el aborto con fondos federales. Al contrario que el Parlamento Europeo, el estadounidense, es reacio a que el Estado pueda  intervenir en sus asuntos y hasta que el Gobierno Federal les diga cómo tiene que curarse de sus enfermedades o que seguros médicos privados deben de suscribir. La idea era encomiable pero pasaran generaciones antes  que los EEUU puedan  subrogarse  a una sanidad integral, universal y gratuita. No es un problema de dinero sino de mentalidad popular.

Obama recibió el Premio Nobel de la Paz, más por la intencionalidad de sus discursos y sus libros ( hizo una fortuna vendiendo volúmenes desde autobiográficos a ensayísticos) que por sus hechos concretos. Cuando la mal llamada Primavera Árabe empezó a encenderse por la orilla mediterránea fue el ariete internacional en el bombardeo de Libia, logrando el caos generalizado, la división del país entre Tripolitania y Cirenaica y el  asesinato del Embajador de Washington. En la Universidad del Universidad de El Cairo, el Presidente dio una conferencia a los españoles más que el veraneo en Marbella de su mujer Michelle y su hija pequeña: hizo un canto  al An Andalus como epopeya de cultura musulmana y alabó un panarabismo que ya se había convertido al islamismo. O le fallaron sus consejeros o quedó infantilmente influido por las madrassas a donde le llevaron en Indonesia su padrasto fiel hijo del Corán. Lo más probable es que quisiera ser amable con el mundo islámico ( que no islamista ) y solo logró dejar estupefacto al espacio occidental y judeocristiano de su pertenencia.

Y es que contra la opinión extendida entre las izquierdas; los republicanos siempre fueron aislacionistas y las principales intervenciones estadounidenses, lejos de sus fronteras, tuvieron el sello demócrata. Eso que al Sur del Río Grande siguen llamando “ “imperialismo” y se corresponde al partido del burro. Obama no ha sido un gran líder en política exterior y ha preferido bregar con los asuntos propios, su crisis financiera, un insólito desempleo del 10% y la enemiga de un Congreso hostil. Con Europa ha mantenido relaciones cordiales imprescindibles y en el problema enquistado de nuestro Cercano Oriente, solo ha logrado enemistarse con el Primer Ministro Netanyahu, y no avanzar un milímetro en algún acuerdo con los ominosos y nucleares ayahtolás de Irán. Por las fotografías de sus encuentros podría decirse que hubo entre Obama y Putín. El jerarca ruso no es más que un policía de la KGB, curtido en la represión de la República Democrática Alemana, pero le ha robado el protagonismo y la iniciativa a Obama a cuenta de la crisis siria. Con las famosas líneas rojas que no se podían traspasar. Obama hizo salida de caballo y parada de burro respecto al oftalmólogo Al-Asad, que continuará bajo tutela rusa. Del error diplomático-militar solo se salva a Obama la división de la OTAN, la prelación de legislativos como el británico sobre el ejecutivo y una opinión pública en contra de otras aventuras exteriores tras el finiquito de Irak-Afganistán. Solo los socialistas franceses se han retratado a sí mismos pretendiendo una intervención en su antigua colonia.

Barack Hussein Obama ya es pato cojo aún antes de las próximas primarias estadounidenses. Quizás fuera una apuesta prematura para que todos los que como Michelle nos sentimos estadounidenses tras la primera llegada del primer negro a la Casa Blanca que no fuera mayordomo.   

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