Tienen fama los catalanes de inocentes escatológicos, y, así, no
falta un “caganet” ni en el portal de Belén de estas fechas. Acaso por ello
entre quinientos años de Historia falsificada hasta un cómic y una Constitución
que probablemente votó favorablemente en su día el propio Artur Mas, la minoría
independentista del Parlament ha puesto fecha ilegal a una consulta ilegítima
sobre una independencia fraudulenta. “Por collons”, que es la versión del
secesionismo catalán del derecho a decidir. Hay que admitir que es una machada
intelectual no tener escaños para reformar el Estatut y tener voluntad política
de saltar olímpicamente sobre la Constitución española que tan generosamente
autonomiza Cataluña como no lo hizo la II República. Manuel Azaña, que acabó
abominando de la pasividad catalana en la defensa republicana, se habría
sorprendido de lo lejos que llegaron nuestros constituyentes sosteniendo el
autogobierno del Principado. Mas, que es otro “caganet”, figura lateral y de
maneras obligadamente cómicas, ha interiorizado el derecho a decidir, como
última frontera de la democracia, en compañía de una reducida fauna que va de
Oriol Jonqueras (que profesa la Historia Contemporánea que nunca existió), a
Pilar Rahola, pasando por franquistas redimidos por la edad. Igual que no
existe en la Unión Europea Constitución alguna que admita la independencia de
sus partes nacionales (ni Bélgica), el derecho a decidir no existe en la jurisprudencia
internacional, a menos que se confunda con la descolonización del pasado siglo,
y no parece que los catalanes sean negros sujetos al látigo esclavista del Reino de Aragón. La última ocasión que en
España se libró el derecho a decidir lo protagonizó el teniente coronel Antonio
Tejero violando a tiros el Congreso. “Por collons” lo único que se consigue es
el amedrentamiento de los matones, la cárcel y el ridículo. A esta conjunción
de compañeros mártires hay que darles el beneficio de la duda y suponer que
traman algo menos testicular. Retrasando un año su consulta imposible se
aproximan al referendo escocés, pero les resultará negativo, a menos que se
desmayen las encuestas, y son muy otras las relaciones escocesas con
Inglaterra. Convergencia i Unió (especialmente la primera) ha puesto el
intermitente de ERC, a la izquierda, para avanzar por la derecha. Aunque el
secesionismo catalán no sea historicista sino victimista, sabe que no correrá la sangre por las Ramblas
y que lo peor que le puede ocurrir a Artur Mas es que le inhabiliten. Llegados
a la insumisión recordarán que la policía del Estado en Cataluña son los Mossos
de Escuadra. El único peligro que corren los catalanes es que estos iluminados
del voluntarismo usen el año de reflexión que se han otorgado para rajar la
Constitución en un federalismo asimétrico de papel-maché, que la dejará
inservible para todos. La división de la sociedad catalana será para todos los
españoles. No hay peor político que el que escinde y hacd florecer los problemas
que no existían. Pero ¿de donde se ha sacado la derecha catalana del seny a un
personaje como Artur Mas, digno de la subjefatura de planta de unos grandes
almacenes?.
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