En la
Quinta Avenida neoyorkina puedes sufrir un ataque de “tedium vitae” y
entretenerte poniéndole fuego a una de las banderas de las barras y las
estrellas. Probablemente algunos transeúntes te sujetarán para que no te
autolesiones, en el convencimiento de que tienes que estar poseso para proceder
a tal extravagancia. Agentes callejeros uniformados te trasladarán a una
seccional policial y antes de veinticuatro horas estarás firme ante un Juez de
Mazo que te multará con quinientos dólares, quince días de cárcel o treinta de servicios
sociales a la comunidad. Y no saldrás ni en los periódicos porque no es noticia
que un orate ofenda a la bandera nacional. En el 1.600 de Pennsylvania Ave, de
Washington DC, frente a las verjas principales de la Casa Blanca, hacen su
ronda circulando en fila con sus pancartas los manifestantes por los más
inverosímiles requerimientos, protegidos por la policía para evitar
infiltraciones o provocaciones. Madrid es un “ manifestodrómo ”, con una media
superior a la protesta diaria, unas ceñudas y otras jocosas, que los habitantes
de la Capital soportamos con resignación cristiana. No se da el más pequeño
recorte a la libertad de expresión ni se conculca derecho civil alguno, pero
para evitar que converjan manifestaciones enfrentadas y poder reencauzar el
tráfico, los manifestantes han de avisar
de sus horarios e itinerarios, y los espontáneos, deben ser sancionados porque
si alteran innecesariamente el orden público. Proponer el asalto al Reichstag
no se le ocurrió ni a la extinta “Fracción del
Ejército Rojo”, pero consignar en España el cerco al Congreso le sale
gratis a cualquier antisistema de fin de semana. Clausurado el desgarramiento
de vestiduras por la Ley Wert, comienza el Apocalipsis de los derechos
ciudadanos a cuenta de la Ley Fernández, que hasta sustituye cárcel por multas
que jamás pagarán los insolventes del nuevo nihilismo. Pero ¿qué le pasa a la
izquierda española que cree que intimidar a cualquiera en la calle o en su casa
es un derecho civil protegible?. Si le doy una cacerolada de madrugada a mi
vecino porque me molesta su televisor, ¿estoy ejerciendo mi derecho a la libertad
de expresión?. ¿Qué le pasa a nuestra izquierda con toda la simbología
institucional para considerar que vejarla y agredirla es fascísmo sociológico?.
En 1.982 jefes socialistas, aún políticamente activos, iniciaron una nueva
etapa de Derechos Civiles metiendo a la gente en cal viva.
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