Ya está Carme Chacón en la liza por el liderazgo socialista para
que introduzcamos el feminismo en el acceso a primer plano político de Susana
Díaz, cuyos pasos, guarde el santo patrón de los funcionarios. Aquella añosa pregunta
de si se encuentra preparada una sociedad para ser regida por una mujer
pertenece a los territorios mentales del paleolítico inferior. Esa interrogante
ya solo la formulan en Irlanda, Grecia, Chipre (precisamente tres países
rescatados por la UE) y en los países árabes o islamizados. Solo las astrosas
lecturas de El Corán frenan la condición femenina. La Canciller Angela Merkel
es un epifenómeno como el de Catalina la Grande (que también era alemana). En
Islandia gobiernan las lesbianas desde que los hombres solo se dedican
inteligentemente a la pesca del bacalao; la señora Teatcher ha pasado a la
Enciclopedia Británica y en EE.UU. el futuro Demócrata de ese país depende de
la salud de Hillary Clinton, y en el emergente subcontinente americano, donde aún
anida el machismo más mineral; las mujeres están tomando aquellas repúblicas
hasta el punto que dos de ellas compiten por la Presidencia chilena sin que
ningún varón se les oponga. En suma: para salvar al desorientado socialismo
español ser mujer ya no suma puntos y no se deben achacar las críticas a un
ficticio desprecio de género.
Los últimos escalones del
ascenso partidario de Susana Díaz son de un descaro y un voluntarismo tales
como cuando el Barón de Münchausen se extraía de un profundo pozo al que había
caído tirando hacia arriba de sus propios cabellos. Lo de esta promesa
socialista es legal, pero Presidir la Junta de Andalucía por la decisión
personal de su antecesor, el pre-procesado José Antonio Griñán, y hacerse con
la secretaría general del almacén de votos del socialismo español, con el 98,6%
de los sufragios delegados, es más viejo que entelar las paredes con cretona.
Ni se han tomado la molestia de prescindir del decimal en una votación a la
búlgara. Ni Franco logró tanta unanimidad en su referéndum, y eso que hubo
concejos donde votaron los cementerios. Ya sé que es un exabrupto matemático
pero en un sistema democrático del siglo XXI los 98,6% tendrían que estar
prohibidos, hasta para encontrar pareja en una red social. La fé de vida laboral
de nuestra dama, suma cero días.
Ignora que es trabajar por cuenta ajena o
propia porque es como aquel intruso de un falsificado ERE andaluz que se había
dado de alta en una empresa el mismo día de su nacimiento, recibiendo antes la
nómina que el sacramento del bautismo. Es el problema de las Juventudes de los
partidos (que debieron extinguirse tras las Juventudes Hitlerianas), que son la
placenta de sinceras vocaciones por la cosa pública, y también una paralela
cola del INEM para colocarse lo más tempranamente posible como funcionario sin
oposición y expectativas ilimitadas.No es de extrañar que doña Susana gobierne
jovialmente su feudo con los comunistas (la primera mayoría andaluza es el PP)
porque su resistible ascenso es calcable de la “nomenklatura” soviética.
Funcionaria del PSOE a vida completa hay que reconocerla el mérito de haber
terminado Derecho en once años.A menos que nuestra amiga crea que la
Universidad la paga la Providencia su esfuerzo nos ha costado más dinero que
formar a un doctor en Medicina. Y no existe constancia de que haya vestido la
toga o haya ganado algún pleito, fuera de las guerrillas internas partidarias.
Como es común entre sus compañeros de Partido no se la puede achacar que no
posea idiomas ni acumule lecturas.
Si el próximo año, y con
permiso de Rubalcaba, Susana Díaz pide primarias nacionales en su partido
despertará sonrisas sardónicas porque sobre democracia interna, esta
profesional de la designación y las listas cerradas y bloqueadas, no puede dar
lecciones ni solicitar credibilidad. La vida política es la suma de nuestros
errores pero también de nuestras elecciones; hay que tener mucho cuidado con lo
que se ansía porque generalmente se obtiene. Y la señora Díaz, la Esperanza de
Triana, lleva su existencia buscando y acopiando poder, y quizá termine, cuando
menos, controlando el PSOE pero con las cartas credenciales del siglo pasado.
El “Pacto del Bétis” entre Felipe González y Alfonso Guerra, y Nicolás Redondo
y Enrique Múgica, dio el poder
socialista al primero, y ronronean en Sevilla y en la madrileña calle de
Ferráz, que nuestra dama quisiera tejer una bufanda con Nicolás Redondo, hijo,
para un reparto en beneficio propio. A la postre el socialismo posfranquista siempre ha tenido un
carácter muy andaluz. El hedor del inextinguible régimen andaluz, Junta y UGT,
no proviene de los electores andaluces: es puro PSOE cuando se hace hegemónico
y frentepopulísta.
Como creo que las féminas son por regla general, y hasta
inclinación biológica, más proclives a la sensatez que los varones, apelo a la
creatividad de su progesterona: use la influencia que ya tiene para poner límites a la
ideologización de su Partido y a la dialéctica amigo-enemigo, tan comunes y
devastadoras en tiempos de crisis.La creencia de tantos socialistas en su
superioridad moral sobre todo lo que se mueva a su derecha resulta estomagante
e infantiloide, y se inocula en sus Juventudes y escuelas de verano. La
Historia del PSOE, desde la taberna de Pablo Iglesias a nuestros más cercanos días, está llena, como la de los
demás, de pecados políticos nefandos, y hay que entender que nadie es más que nadie. Para no escribir de
los españoles podríamos recordar que Mitterand fue mentiroso compulsivo, gran
canalla y hasta colaboracionista de la Francia de Vichy. Solo es salvable por
su brillante francés, aunque inferior al De Gaulle. Strauss-Khan era la
esperanza del socialismo galo y hoy sería el Presidente, y no Hollande, de no
haber topezado con una camarera de hotel en Nueva York. ¿Desde que atalaya
mental nos ilustraría hoy el erotómano?.
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