5/12/13

LA MALA EDUCACIÓN II (5-12-2013)

Hace unos días una conocida periodista televisiva con su carrera de Ciencias de la Comunicación completa a sus esbeltas espaldas insistía en la grandiosidad de esos peces llamados ballenas. Las familias australes de estos pececitos paren en septiembre en las costas patagónicas y, por supuesto, no desovan. Son mamíferos. Cuando las hembras saltan sobre las aguas del Atlántico Sur resultan impresionantes sus tremendas mamas que eyectan la leche blanqueando las aguas para que el ballenato pueda alimentarse. Que los cetáceos sean mamíferos es algo más que un dato: es el misterio paleontológico de unas especies que abandonaron la tierra para refugiarse en los océanos. Un amigo publicista se empeñó en venderle a “Iberia” un video-clip sobre Anchorage, plagado de imágenes de pingüinos, y costó Dios  y ayuda convencerle de que estos adorables pájaros patizambos y con smoking nunca cruzan el Ecuador y jamás han estado en el hemisferio norte. En este año, un examinando para plaza de maestro en Madrid escribía que Franco era un primo hermano de Napoleón Bonaparte al que este había designado regente de España. Tengo empatía con los hijos de mis amigos pero no me atrevo a hablar con aquellos de partenogénesis haploide, ecuaciones dicofántícas o de los números secretos entre el cero y el diez, aparte del  número Pí. Además la cultura es lo que queda cuando todo se ha olvidado. El informe PISA sobre niveles educativos nos tiene en ascensor, subiendo y bajando la calificación, aunque siempre por debajo de la media. Muy científico no es, porque ayer felicitaba a los países nórdicos y hoy a grupúsculos poblacionales asiáticos, cuando los efectos cambiantes en los sistemas educativos solo se advierten tras dos o tres generaciones. Nuestra peor educación es la política; la diplomacia o la defensa no pueden cambiar cada en cada legislatura, y la educación exige un gran acuerdo nacional a largo plazo. Pero al considerar el PSOE que la enseñanza es cosa suya, exclusiva e ideoligizable, la concertación es imposible, ni con Esperanza Aguirre, ni con Pilar del Castillo ni con José Ignacio Wert. Y tras la irresponsabilidad política viene el doble fracaso anunciado: el de alumnos indolentes e insolentes y maestros, profesores y catedráticos que han dimitido de su secular autoridad moral. Los dedos se nos hacen huéspedes y las ballenas ponen huevos como las gallinas.

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